Las negociaciones de Estados Unidos y la Unión Europea para estabilizar su relación comercial han concluido con un acuerdo que no difiere en lo sustancial de otros previos de la Administración Trump pero que se suma a consolidar un cambio de paradigma en las relaciones económicas internacionales.

El desempeño de este nuevo modelo, basado en reducir el desequilibrio comercial estadounidense como leit motiv asumido colectivamente, está por ver y no está exento de riesgos. Pero, de momento, la lógica que se ha impuesto ha sido la de estabilizar las relaciones aun a costa de debilitar la competitividad. La estrategia errática de sobresaltos constantes ha servido a Trump para convertir en prioritaria esa estabilidad por encima de otras consideraciones.

En el ámbito de la economía europea –y las empresas navarras no son excepción– acomodarse a ese nuevo entorno supondrá un esfuerzo en forma de ajuste en productividad y costes. El riesgo de que la competitividad se resienta es objetivo, aunque los factores que en el pasado hicieron una referencia global exportadora de la producción en sectores tractores de la economía siguen ahí. Lo que no quita para que la dificultad para exportar pueda acabar provocando una menor disponibilidad de recursos para sostener la vanguardia innovadora, de calidad y tecnología que hace líderes.

Una políticas colectivas de refuerzo de esos factores debe consensuarse en el marco europeo para ser capaces de reproducir, en un marco de encarecimiento de los productos europeos, la capacidad de ser diferenciales y no verse desplazados en mercados fundamentales. Con o sin aranceles, la vanguardia competitiva hallará mercado.

Pero, en primera instancia, es inequívoco el impacto y dudoso que el modelo bilateral vaya a aportar más estabilidad en el medio plazo. El Gobierno foral, que ve con recelo el acuerdo, elaborará de hecho un plan de respuesta y apoyo a las empresas que se vean afectadas. Europa tendrá que reflexionar no obstante sobre su posición comercial para no ver deteriorada su capacidad exportadora en sectores estratégicos y tampoco verse a merced de competencia masiva desde Asia. No se podrá competir en costes, luego habrá que recuperar la posición de vanguardia. La resignación aparente no debe convertirse en inacción.