El próximo año se consolida como ejercicio electoral en el que ya está previsto que voten en la Comunidad de Castilla y León por agotamiento de legislatura y se hace más firme la posibilidad de adelanto electoral en Extremadura y Aragón el por el rechazo de Vox a apoyar los presupuestos autonómicos. Todos ellos son gobiernos ellos constituidos por el Partido Popular gracias a la mayoría aportada en su día por los votos del partido de ultraderecha. Corresponde al PP la decisión de hacer o no coincidir dos o tres convocatorias en marzo próximo, pero el calendario le llega impuesto por la estrategia de los de Santiago Abascal. Al paulatino distanciamiento del PP, abandonando los gobiernos autonómicos de coalición, se une la expectativa de rentabilizar en votos el crecimiento de simpatías que auguran las encuestas al partido ultra, hasta el punto de animarse a confrontar con los de Núñez Feijóo precisamente allí donde les auparon al Gobierno. La percepción de fortaleza que airea el PP en Extremadura no se reproduce en Aragón, donde una convocatoria electoral puede suponer consolidar a Vox a costa de mermarse él mismo. Las mayorías aparecen más ajustadas allí.
En todo este movimiento, el PSOE es un convidado de piedra y las fuerzas a su izquierda llegarán a este escenario en una desgarrada confrontación entre Sumar y Podemos. Marzo puede convertirse, de este modo, en el laboratorio de pruebas, en el test electoral que determine incluso si la legislatura de Pedro Sánchez se agota o no. Pero, si no hay movimientos del presidente antes, el PSOE llegará a marzo con los mismos factores de desgaste que ha soportado Pedro Sánchez hasta la fecha sin que apunte a poner fin a la legislatura. Es incuestionable el impacto de los procesos judiciales en curso, como lo es que la buena evolución de la economía no aflora en la valoración del electorado. La tentación de esperar a un momento mejor para convocar elecciones generales también quema días sin que mejoren las expectativas para el Gobierno. En este marco, adquiere especial importancia la aprobación de presupuestos –que en muchos diagnósticos se da ya por casi imposible– y, en lo más inmediato, la reunión del lunes de la Ejecutiva de Junts. En todo caso, el calendario que la derecha aún no ha logrado imponer al PSOE, se lo está imponiendo Vox al PP.