ABRIL MALDITO- Este trozo del calendario no es muy propicio para los Borbones. Si el abuelo de Juan Carlos encontró su desgracia en unas elecciones celebradas el 12 de abril de 1931, el campechano se dio de bruces con su funesto destino el 13 de abril de 2012. Y lo de darse de bruces fue casi literal. Fue esa la madrugada en la que se pegó un costalazo de aúpa cuando iba camino del baño desde el bungalow que ocupaba en el delta de Okavango (Botsuana), donde había ido a cazar un elefante en compañía de su amante de entonces, la en aquel momento desconocida y hoy archifamosa Corinna zu Sayn-Wittgenstein. La ya muy trajinada cadera del en esos días septuagenario -no era la primera vez que besaba el suelo- se hizo fosfatina. No quedaba más remedio que repatriarlo y llevarlo inmediatamente a un hospital. La faena para el protagonista de la caída es que prácticamente nadie, empezando por su esposa, la reina Sofía, sabía que el tipo estaba allí.

JOSÉ GARCÍA GÓMEZ - Otra cosa es que se sospechara sobre su desaparición, pues tres días antes, su nieto Froilán, otro que tal baila, se había pegado un tiro en el pie y él no había hecho acto de presencia en la clínica, lagarto, lagarto. Así que ahora se iba a descubrir todo el pastel, por más que los agentes Anacleto que lo acompañaban en su canita al aire intentaran disimular el marronazo embarcándolo en un jet mediano con el nombre de José García Gómez. Alguien se fue de la lengua y tardamos muy poco en saber que el titular de la corona se había hecho una avería en un viaje de extranjis. La puntilla fue la difusión de una fotografía del individuo ataviado de Coronel Tapioca junto a un chulazo rubio (el menda de la agencia de matarifes) posando delante del cadáver de un pobre paquidermo.

"LO SIENTO MUCHO..."- En el siguiente capítulo del psicodrama vimos al Borbón mayor arrastrándose con la ayuda de unas muletas y farfullando ante las cámaras unas palabras que han quedado para la historia y para infinidad de memes: "Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir". Lo cierto es que volvió a ocurrir. Quizá no de un modo tan escandaloso, pero sí lo suficiente como para que quedara claro que ese hombre, el supuesto mago de la sacrosanta transición española, se había convertido en un peligro para la pervivencia del régimen. Más, con todos los pufos económicos a punto de reventar. La solución fue obligarlo a abdicar. Y un rato después, despacharlo a Abu Dabi. Allí continúa y tiene toda la pinta de que allí exhalará su último suspiro.

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La vuelta de Javier Vizcaino En confianza

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Por Javier Vizcaíno

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El hoy emérito, justo antes del célebre "Lo siento mucho...". Foto: Afp