Sigue la llantina por el acuerdo que permitirá la aprobación de la ley de Memoria Demócratica. Y entre lágrima y lágrima, los amanuenses enseñan la patita que es un primor. “Ahora, el Fuerte San Cristóbal”, rabia el general Luis Alejandre en La Razón ante el acuerdo para resignificar el siniestro presidio que fue escenario del asesinato de más de doscientos presos republicanos. Pero para el militarote, la memoria que hay que preservar es otra: “Como anteayer fue el castillo de Montjuïc; como ayer fue el cuartel de Loyola en San Sebastián. Hoy, en este constante drenaje del nacionalismo por romper España, le ha llegado el turno al Fuerte San Cristóbal o de Alfonso XII ubicado en el monte Ezkaba a pocos kilómetros de Pamplona. Lo que me preocupa ahora es que se borren testimonios de nuestra Historia –tanto Cataluña como el País Vasco y Navarra han dado grandes soldados y marinos–, que se ningunee la vida de nuestros héroes, que no se dé valor al sacrificio por el bien común”.

"Por mucho que pueda fastidiar al Gobierno y a sus palmeros, Franco murió en la cama rodeado del cariño y el respeto de muchísimos españoles"

Luis E. Togores

En El Debate, el historiador (es un decir) ultraderechista Luis Eugenio Togores levanta el brazo con la palma extendida: “Por mucho que pueda fastidiar al Gobierno y a sus palmeros, Franco murió en la cama rodeado del cariño y el respeto de muchísimos españoles. El que diga lo contrario miente. Yo, que también tengo mi propia memoria histórica, como la tiene todo el mundo, tenía 16 años cuando murió el Generalísimo. A mí y a mis amigos, nuestros padres nos dieron permiso para ir a una de las interminables colas que serpenteaban por Madrid para ir a rendir un último tributo al General que había llevado a la victoria al Bando Nacional en una ya entonces casi olvidada guerra civil”. Con toda la desfachatez. O la fachatez, si existiera tal palabra.

"Paco Etxeberria, experto en huesos, bilduetarra, que tiene despacho en Presidencia del Gobierno de España"

Irene González

Jugándose la querella por difamación, Irene González (Vozpópuli) pone nombre y apellido al que considera culpable del contenido de la ley: “Ha sido posible llegar hasta aquí posiblemente gracias a un hombre, Paco Etxeberria, experto en huesos, bilduetarra, que tiene despacho en Presidencia del Gobierno de España. El cerebro del gran chiringuito de la Memoria y del relato que defiende Otegi. Recibió el encargo, bien remunerado, de exhumar a 77 personas enterradas en el Valle de los Caídos”.

Y ahora llegan los que mezclan, como Pedro de Tena (Libertad Digital), que además de considerar la leye una declaración de guerra, mete en su macedonia argumental el asesinato de Miguel Ángel Blanco: “Que en plena conmemoración del miserable asesinato del concejal del PP en Ermua, Miguel Ángel Blanco, el gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez y Bildu hayan cerrado un acuerdo parlamentario para dar luz verde a una Ley de Memoria "Democrática" que pretende ocultar la historia real de España y sustituirla por una historia izquierdista al gusto terrorista, creo que es una declaración abierta de guerra fría civil”.

El editorialista de El Mundo prepara el mismo combinado y le añade, a modo de guinda, una maldición: “Ante semejante exhibición de cinismo, es lógico que la inmensa mayoría de las víctimas de ETA respondan a Sánchez con un plantón. No asistirán al acto en memoria de Miguel Ángel Blanco con el que el presidente, en compañía del Rey, aspira a lavar su imagen el próximo domingo en Ermua. Pero los españoles no son tan amnésicos como a Sánchez le gustaría. Cuando el domingo vean a Sánchez en Ermua posando en el homenaje a Miguel Ángel Blanco, compararán esa imagen con la de la bancada socialista votando con Bildu su ley de desmemoria. Y sacarán sus conclusiones, como las sacaron en Andalucía”.

"Un PNV que todavía no ha renegado del Pacto de Estella-Lizarra de 1998 con ETA, HB, los sindicatos LAB y ELA y los demás partidos nacionalistas"

J.A. Zarzalejos

El último entrecomillado se lo adjudica José Antonio Zarzalejos (El Confidencial), echando igualmente cuarto y mitad de ley de memoria y homenaje a Blanco. Después de aplaudir a quienes se van ausentar el domingo, saca la zurriaga para algunos de los que sí irán. No hace falta ser adivino: “Estará el PNV, que acaba de negarle en Vitoria el nombre de una calle a Miguel Ángel Blanco (¿por qué, señor Urtaran Agirre?). Un PNV que todavía no ha renegado del Pacto de Estella-Lizarra de 1998 con ETA, HB, los sindicatos LAB y ELA y los demás partidos nacionalistas, temerosos de que la convulsión popular les arrollase, después del asesinato de Miguel Ángel Blanco, posterior al horror de contemplar la salida del zulo de Ortega Lara, demacrado y lacerado después de 532 días de secuestro”. Continuará.