Cada cual es libre de expresar sus sentimientos enarbolando su bandera. La señora de Aznar coloca la española en su jardín. Yo no tengo jardín y la ikurriña la llevo en el corazón, símbolo de mi nación vasca, pero le aseguro que si algún día llego a poseer una finca, estoy seguro de que la tricolor y bicrucífera ondeará a todos los vientos, y si ese jardín es lo suficientemente amplio, le acompañarán la Arrano Beltza y la de Navarra. Y es que las tres son parte de nuestra identidad vasca.
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