Te has ido, Carlos, y lo has hecho sin ruido, con amor, con un “bien” cuando te preguntábamos por tu salud. Gracias, Carlos, por los buenos ratos pasados, por las partidas de mus, por las discusiones de cualquier tipo, por tu amor hacia todo lo que te rodeaba y, sobre todo, a quien te rodeaba. A la vez, te perdonamos de corazón los respingos que nos hacías dar a cualquiera que jugase a tu lado, tus opiniones sobre ensaladillas y rellenos y, sobre todo, los inolvidables conciertos de bandurria. Recordaremos tu maravillosa voz, tu amor hacia Tere, tu compromiso con la amistad y cómo se te caía la baba con June, a pesar de que te hacías el duro. Gracias, Carlos, siempre estarás entre nosotros.