El bochornoso mercadeo de los últimos días tiene al menos la virtud de hacer más digerible para las bases socialistas la ruptura de negociaciones con la formación morada. Si Sánchez juega bien sus cartas y apuesta por la moderación, podría ser presidente antes del 23 de septiembre. Y si no lo logra, irá a nuevas elecciones con el viento a favor de las encuestas para los dos grandes partidos. Su punto débil es la indefinición, y esto solo se resuelve exponiendo dónde se sitúa hoy el PSOE en la cuestión catalana y en el resto de materias de Estado.