Durante esta crisis y hasta el día 1 de junio, han muerto 260 personas con diagnóstico confirmado de coronavirus en las residencias y otras 163 con síntomas compatibles. Una realidad que no se puede ni debe obviar y, mucho menos, hacer una valoración parcial de esta cuestión. Estos datos fueron presentados por la consejera Carmen Maeztu en rueda de prensa, junto con representantes de residencias. Una rueda de prensa que se basó fundamentalmente en alabar la función de las residencias y en resaltar la buena gestión de estas. Conociendo todo lo ocurrido, sinceramente, se echó en falta un discurso menos autocomplaciente y más realista, donde se debieran haber destacado las luces pero también las sombras.

EH Bildu Nafarroa, desde el primer momento, pidió un análisis serio y riguroso de todo lo acontecido, porque eso nos va a ayudar a solventar los errores. Por otro lado, tenemos también el convencimiento de que, si se hace una auditoría profunda, se confirmarán muchas de las cuestiones que se llevan denunciando durante mucho tiempo incluso mucho antes de la crisis. Por eso, pedimos una auditoría profunda y evitar un cierre en falso de esta cuestión.

En cualquier caso, no vamos a ser nosotras quienes nos anticipemos a sacar conclusiones precipitadas hasta que tengamos todos los datos encima de la mesa. Por la misma razón, no entendemos la valoración incompleta y parcial que realizó la consejera antes de haber recopilado toda la información. ¿A qué se debe esa anticipación? ¿Cuál era la verdadera pretensión?

Se ha alabado la actuación por parte de la consejera del compromiso e interés de este sector y de todas las residencias por igual. Pues bien, esto es falso. No es lo mismo hablar de una gestión pública o privada, o de si la empresa tiene ánimo de lucro o no. Cuando una empresa tiene ánimo de lucro, es un negocio y, por ello, su interés final es obtener beneficio económico, esto es una obviedad. Así que no se puede pretender vender una igualdad entre las residencias cuando no la hay.

Si englobamos y recopilamos todos los datos, podemos ver que la actuación no ha sido igual en todos los sitios. Queremos volver a recordar el buen trabajo que se ha hecho en muchas de las residencias en esta pandemia, pero no vamos a olvidar que se han hecho también cosas mal y muy mal. Desde luego, sí que constatamos que, como se lleva años denunciando, hay muchas cuestiones que urge cambiar.

Creemos que lo correcto hubiera sido que, al hacer la primera valoración, antes de la auditoría, se hubiera tenido en cuenta no solo la valoración de los responsables de dicha gestión sino también de las personas usuarias y, por supuesto, del personal.

Resulta incomprensible no hacer mención a las denuncias públicas del personal, los momentos de angustia de las personas usuarias y las vivencias de los y las familiares. No olvidemos que se han denunciado opacidades, defectos de actuación, incumplimientos de protocolos y desinformación€ Sobre dichas críticas es necesario decir que hay muchas y fundamentadas. Lo que toca ahora es dilucidar si fueron inevitables o no.

Sin embargo, la consejera Carmen Maeztu públicamente tachó las críticas vertidas sobre las residencias de simplistas. A nuestro juicio, antes de hacer la auditoria, menospreciar las críticas, con lo que se ha vivido, es una apreciación muy poco acertada, muy poco objetiva y muy poco responsable.

Porque simplista es querer hacer un discurso autocomplaciente obviando las condiciones del personal que trabaja en las residencias. Simplista es no reconocer que muchos de los cuidados han recaído y recaen en familiares porque los centros de día estaban cerrados. Simplismo es obviar que hay un sector muy amplio de personas que no pueden ni quieren ir a una residencia fuera de sus hogares y entorno, y que han hecho frente a esta situación en unas condiciones de soledad muy graves y preocupantes. Y simplismo es que, ante la incapacidad de responder a esta cuestión por parte de las instituciones, no se haga una lectura crítica y se obvie que muchas personas mayores son cuidadas por mujeres en régimen de esclavitud, que muchos y muchas viven completamente solas y que han sobrevivido a esta crisis gracias a esas redes de personas voluntarias que han estado ahí ofreciéndoles su apoyo.

La crisis del COVID-19 nos ha mostrado de una manera más cruda la alta fragilidad y lo insuficiente que resulta el actual sistema de protección institucional para responder y cubrir las necesidades de cuidados que tenemos las personas y, especialmente, las personas mayores y/o con dependencia o discapacidad.

Esta debilidad y la incapacidad del sistema público en este ámbito no es nada nuevo, simplemente ahora se ha visibilizado más. Es evidente que toca fortalecer de manera urgente los sistemas públicos para que respondan a las verdaderas necesidades de cuidados de las personas mayores. Desde EH Bildu creemos que hay que garantizar la permanencia en su vivienda y su entorno siempre que así lo deseen. Para ello es imprescindible fortalecer y ampliar el servicio de atención domiciliaria, ofrecer otros modelos habitacionales como son los pisos tutelados y casas hogar; y un cambio radical de modelo de residencias donde el negocio no tenga cabida y donde se prioricen los intereses de las personas usuarias. Además, hay que mejorar las condiciones laborales del personal que trabaja en residencias y de las trabajadoras del hogar. También hay que garantizar servicios sociosanitarios en todas las zonas y, por supuesto, es necesario que creemos redes comunitarias e impulsemon las que ya tenemos, para crear comunidades fuertes que protejan a sus personas y especialmente a las más vulnerables.