No hace falta viajar a lugares remotos o transitar por rutas intrincadas para poner un poco de aliciente a la rutina diaria. Hay llamadas a la aventura en los escaparates de las agencias de viaje y en las páginas especializadas en internet, pero si carece de tiempo o el dinero no le alcanza o tiene miedo a volar, que todo cabe, pruebe a subir en Villavesa: el transporte urbano es una caja de sorpresas tan grande en algunas líneas como la capacidad de esos vehículos articulados de meter un pasajero más en hora punta. Alguien pensará que exagero, pero no mucho. El pasado viernes, un bus de los que transita por Pamplona adoptó, como si fuera uno de esos transformers, la fisonomía de una ambulancia de urgencias. Una mujer que acababa de subir a bordo no podía contener los dolores de parto y el conductor decidió alterar la ruta y llegar a la puerta misma de la maternidad. En la pasada madrugada, los usuarios que regresaban de una noche de fiestas en Huarte tuvieron que abandonar de urgencia el vehículo, que comenzó a desprender humo ante la alarma de los ocupantes. No pasó nada grave. ¿Y qué me dicen de aquella foto en plena nevada con la gente empujando el autobús en la cuesta de Beloso como si fuera un trineo encallado en un páramo de la Antártida..? Y luego fue el sinpa multitudinario de 80 mozalbetes que querían viajar sin billete... No cito aquí las agresiones a conductores y conductoras, porque no es asunto a tomar a broma y sí para adoptar medidas. Pero, como digo, por poco más de un euro tienes un billete a la aventura urbana. Aquí al lado.