Dice ahora Esparza, en tono entre compungido y alterado, que en “política no vale todo”. Lo dice porque el socialista Santos Cerdán tildó el domingo al parlamentario Iñaki Iriarte de “fascista” en un acto político del PSN. Por ello, le amenaza también con una querella. No sé si Iriarte será en su fuero ideológico personal un simpatizante de la ideología fascista o no. Pienso que ser fascista es una posición sobre todo mediática en la política de hoy. Aunque haya un creciente resurgir de posiciones ultraderechistas que mezclan simbologías, discursos y actitudes de violencia propias de las viejas tácticas nazis, falangistas, franquistas y fascistas. Lo hacen, eso sí, sin correajes, pero con la misma peste a cazalla de antes. Es un mal político creciente que asuela a las democracias en el conjunto del planeta. Es cierto que Iriarte asistió y disfrutó -según muestran las fotos- a un reciente acto de nostalgia franquista en Leitza. Eso es demostrable. De hecho, Cerdán le calificó de fascista en un encuentro socialista en Sartaguda en conmemoración de las víctimas del genocidio franquista en Navarra, muchos de ellos socialistas y afiliados a UGT, y como respuesta a la presencia de Iriarte en Leitza. Habrá sido más o menos acertado Cerdán, pero en todo caso está aún muy lejos de ese todo vale, que ahora denuncia molesto Esparza, en el que permanecen instalados los discursos de UPN, PP y Ciudadanos desde hace años en Navarra. Un continuo cúmulo de insultos, mentiras, ataques personales -antes a Barkos ahora a Chivite y otros y otras próximos a ambas-, descalificaciones y exabruptos fuera de tono, inaceptables en su mayor parte en un debate político y democrático serio. Basta repasar la hemeroteca foral de los últimos cuatro años o de los últimos cuatro meses. E Iriarte ha sido uno de los portavoces más entusiastas de ese todo vale contra el adversario político a costa de cualquier cosa. Los discursos exagerados, extremistas y de confrontación y enfrentamiento, ahora tan en boga, pueden dar pequeños réditos a corto plazo -en el caso de UPN ni eso-, pero a largo plazo dejan a sus protagonistas ante la evidencia de su inutilidad política. En efecto, no vale todo en política. Pero de eso Esparza puede hablar nada y quejarse aún menos. Ha sido el campeón, junto a algunos de sus acólitos, de instalar en la política navarra ese todo vale como desesperado único y burdo argumento de debate.