n el pecado de hacer rehenes de Madrid al resto de las Comunidades, con el fin de que Ayuso aceptase unos indicadores para sellar ciudades de más de 100.000 habitantes, lleva el Gobierno central la penitencia de que el Ejecutivo capitalino le vaya a traicionar recurriendo la nueva regulación de confinamientos. Un chalaneo con Madrid a la postre estéril para el Ministerio de Sanidad que puso nuestro autogobierno a los pies de Ayuso y que conllevaba, más que un café para todos, una dispensa general de cianuro que envenenaba el Estado de las Autonomías. Madrid sigue en rebeldía pese a tan infame mercadeo y la resultante para Navarra es que Pamplona queda bajo amenaza de cierre perimetral por su incidencia de contagios y en menor medida por su tasa de positividad, con la salvaguarda de la reducida ocupación de las UCI. Cuando al Gobierno foral se le podrá reprochar la falta de un diagnóstico claro pero nunca acusarle de inacción. De hecho, Navarra duplica de largo la media estatal en pruebas PRC y prorroga otra semana las limitaciones de reuniones, aforos y horarios tras confinar Peralta, Falces, Funes y San Adrián. Navarra nunca fue Madrid y nadie debió alentar semejante perversión, elevemos todos nuestro estándar de responsabilidad para no engordar a quienes nos quieren peor que mal.