n año después del estallido social en Chile en la ya rebautizada popularmente como plaza de la Dignidad, convertida en el simbólico epicentro del levantamiento ciudadano, los chilenos han votado masivamente por derogar la Constitución del genocida Pinochet, que aún marcaba los destinos políticos y económicos del país. Tres décadas después de que Chile pusiera fin a la dictadura negra de los militares chilenos en un histórico plebiscito, este domingo volvieron a votar en referéndum para decir no al modelo de sociedad neoliberal implantado por el régimen de Pinochet . Los resultados oficiales no dejan lugar a dudas sobre el aplastante deseo de finiquitar el actual modelo económico protegido constitucionalmente: el 78% votó a favor de que la Constitución de 1980 sea derogada y sustituida por otra que apueste por un Estado social y democrático de derecho. Es decir, más de tres cuartas partes de la población desean un cambio del cuestionado modelo económico, que confía constitucionalmente al libre mercado derechos básicos como la salud, la educación o las pensiones. Por cierto, similar al de la reforma exprés del artículo 135 de la Constitución española, hace ya una década, para anteponer el pago de la deuda y el control del déficit a los intereses reales de los ciudadanos. Una reforma y un modelo que la crisis derivada de la pandemia sanitaria ha dejado ahora en suspenso a la espera de que sea remitido definitivamente al cajón de la Historia. Un modelo económico y político centrado en el egoísmo neoliberal más descarnado y que ha originado empobrecimiento social, exclusión, corrupción, asalto a los recursos naturales chilenos para ser explotados por las grandes multinacionales, autoritarismo político, militarismo, violencia policial... Este resultado abre la puerta a la elaboración de una nueva carta magna que será redactada por constituyentes escogidos por voto popular, después de que la propuesta de un modelo mixto en el que la mitad de los miembros tenía que salir de las urnas y la otra mitad debían ser parlamentarios en ejercicio apenas superó el 20% de los votos en la segunda pregunta del referéndum del domingo. "La Historia es nuestra, y la hacen los pueblos. Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que por lo menos será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición". Fue el último discurso del presidente Salvador Allende radiado desde el Palacio de la Moneda en septiembre de 1973, sede de la presidencia chilena. Poco después moría mientras loa aviones golpistas bombardeaban el edificio. La imagen de Allende y sus discursos políticos han estado presentes durante toda la campaña previa al plebiscito. Casi 50 años después de su muerte, su sueño de "abrir las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor" es hoy un poco más real.