a vida no es Netflix, aunque algunos parezcan vivir dentro de una de las series de la plataforma. Argumentos imposibles donde todo es posible. Segundas temporadas que se filman o no en función del éxito que alcancen las primeras, porque en la pantalla, donde todo lo vemos ya muy maquillado, también se improvisa, se pone un personaje y se quita otro según si funciona o no y en eso se parece a la vida real. Hay que tener cuidado con las series, por ejemplo con todas las que reflejan una profesión que en casi nada se parece a lo que es, porque marcan tendencia. Pero es ficción y eso lo aguanta todo. Otra cosa es el día a día, vivir a pie de calle, tomar decisiones que afectan a personas de carne y hueso. Así, mientras la realidad todavía marcada por el covid-19 impone que no es tiempo de fiestas y que los Sanfermines, por mucho que nos pese a todos y todas, no son aptos para tiempos de pandemia en los que se frena todo aquello que hacen de esos días una fiesta única, hay quien ha preferido poner Netflix y dejarse llevar. Y así sumarse a la tendencia y convertir Iruña en un plató virtual para seguidores de la serie Gambito de dama, porque el ajedrez, según el alcalde Enrique Maya, es lo que se lleva ahora y sin duda es la opción más idónea y segura para las calurosas tardes de julio. Esa serie, como otras, han contribuido y mucho a hacer más llevaderos los días de encierro obligado, donde casi la única opción de ocio venía de la pantalla. Pero es tiempo de que la cultura vuelva a sus espacios. Menos series y plataformas y más conectar con el entorno, que da para muchas temporadas.