n plena quinta ola de la covid, con las incidencias disparadas, sin alcanzar todavía la protección necesaria con las vacunas, la alta contagiosidad de las nuevas cepas y los hospitales de nuevo a punto de colapsar, parece que pesa ya más la urgente recuperación económica que la necesaria recuperación sanitaria. Los discursos políticos han girado, tanto del de Pedro Sánchez como el de María Chivite en lo que concierne a Navarra, en un mirar para adelante sin querer ver lo que tienen al lado. Agarrándose en una precipitada desescalada a los buenos datos de la economía y quitando el lastre de los malos datos de la pandemia, como si ambos no fueran de la mano. Es esencial la recuperación de la economía para salir de la crisis social actual, pero sin perder de vista que la pandemia no ha acabado. Y sin salud lo demás no avanza. La vacunación ni ahora ni nunca ha sido la única solución si no va acompañada de un descenso real de la incidencia del covid en la sociedad, y para ello hay que reforzar la sanidad pública y cuidar a sus profesionales. Escuchar esta semana al responsable del Complejo Hospitalario de Navarra alertar por el delicado momento en el que la Comunidad Foral se adentra en el mes de agosto, el de la movilidad y la interacción social propia de las vacaciones, debería dar que pensar y servir para volver a poner la atención en la necesidad de sumar un último esfuerzo, social, sanitario y político para frenar una ola que amenaza con llevarse muchas cosas por delante y que cada vez cuesta más surfear.