s una buena decisión, pero una mala noticia. Olentzero se queda autoconfinado, ha decidido quedarse en su cabaña, metido por el bosque, y no bajar a Iruña.Puede que se le vea por algún pueblo, en el reparto de regalos que seguro hará manteniendo las distancias, pero luego vuelta a casa con Mari Domingi y a celebrar en la burbuja. Estará triste, seguro. Perplejo, como muchos otros lo estamos a estas alturas de la pandemia, que parece no tener fin. Es raro que en estas fechas en lugar de que se agoten los regalos más buscados, lo que se esté agotando sean los test de antígenos. Que nadie se autoconfie demasiado según el resultado, no están los tiempos para mucha falsa confianza. Creo que han hecho bien los organizadores del Olentzero al adelantarse en su decisión de cancelar la cita de Pamplona visto el panorama en el que estamos, sin esperar a que nadie se lo prohiba y sin que sea demasiado tarde, como parecen estar esperando los gobiernos, el de Navarra y el resto. Quizás no hayan visto un mensaje que circula estos días en el que el mantra de Salvar la Navidad se reconvierte en un Salvar la Sanidad. Son solo dos letras las que cambian pero el significado gira 360 grados. Esa es la clave ahora, y la que debería haber sido siempre, porque lo que está en riesgo es nuestro sistema sanitario y con él nuestra salud, física y mental. Sin salud no hay vida, ni economía, ni Navidad. Y eso se sabía, con o sin ómicrom.