a previa de los Sanfermines de 2022, los del retorno, va quemando etapas. La escalera superó el antepenúltimo peldaño; el lanzador del Chupinazo ya hace tiempo que está designado; hay cartel de la Feria del Toro y de las fiestas; se van conociendo anticipos del programa; y en poco tiempo asomará la Tómbola y en las calles depositarán la madera del vallado del encierro. Todo pasa. Y lo que nos parecía tan lejano, tan incierto por culpa de la pandemia, está a menos de dos meses a vista de calendario. Pero ¿cómo serán las fiestas?; ¿cuál será nuestra respuesta física y emocional después de tres años? El lema del cartel ganador las imagina como siempre (Beti bezala). Estoy a medias de acuerdo. Creo, en principio, que las fiestas son inalterables en cuanto a sus actos esenciales, que en el fondo, no cambian, y los que mudamos con los años somos nosotros: aparcamos el salir de noche por el vermut torero; regresamos con niños a las barracas que conocimos de críos; nos vuelven a emocionar los gigantes; miramos con envidia a los jóvenes: adaptamos la edad a la fiesta y no al revés. Los Sanfermines de este año serán como siempre y al mismo tiempo como nunca. En realidad, creo que siempre ha sido así y esa sigue siendo su magia.