Del 9 al 13 de febrero es el plazo establecido por la Consejería de Educación del Gobierno de Navarra para la prematriculación de los alumnos y alumnas de infantil y primaria. Entre las decisiones que se han de tomar está una que no es de menor relevancia: ¿Apunto a mi hijo a la asignatura de Religión y valores? En el sano ejercicio de la libertad de los ciudadanos está la posibilidad de que sus hijos cursen la asignatura de Religión o una alternativa no confesional.
En esta deliberación pueden entrar en juego diversas motivaciones: razones de tipo ideológico (totalmente legítimas). Las puede haber de comodidad: en qué asignatura se trabaja o exige más o menos; razones de afinidad: qué profesor me cae mejor; a qué asignatura van la mayoría de los amigos, etcétera. Pero la razón principal que nos debería mover es dar a nuestros hijos, entre varias opciones que son buenas, la que consideremos más beneficiosa para su formación académica y humana.
Quisiera señalar algunas importantes bondades de la asignatura de Religión y valores:
1. Es esencial que el alumno desarrolle en esta etapa formativa todas sus potencialidades. Entre las más importantes están, por un lado la capacidad de trascender más allá del mundo visible, material, y conocer así al Creador, tal y como Él se nos ha revelado; y por otro, la grandeza de la vida interior que ese encuentro con Dios ha suscitado en millones de personas a lo largo de la historia de la humanidad. Es lo que se da en llamar en los sistemas pedagógicos actuales como inteligencia espiritual.
2. Permite conocer las respuestas a las grandes preguntas que siempre se ha formulado el ser humano: ¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿Qué hay tras la muerte? ¿Por qué amar en vez de odiar? ¿Tiene algún sentido el sufrimiento? ¿Por qué existe el mal? ¿Dónde está la felicidad? ¿Vivo esta vida sin otra asistencia que la de los seres humanos? Etcétera.
3. Proporciona una sabiduría cierta de la verdad, de la belleza, de la bondad. Cuál es el bien que debemos escoger y el mal que debemos rechazar, como camino que lleva a la excelencia del cristiano, que no es otra cosa que la santidad, según nos lo muestra el mismo Jesucristo en el Evangelio.
4. Es un acercamiento riguroso a la persona de Jesucristo, a María, y a todos los personajes y episodios relevantes de la Historia de la Salvación. Siempre será importante que un alumno sepa con cierta profundidad de alguien tan significativo que su nacimiento está marcando el calendario de la mayor parte de nuestro mundo (2015 años del nacimiento de Jesucristo). Un conocimiento cierto y veraz es fundamental para una opción más libre y madura en torno a la adhesión o rechazo de la persona de Jesucristo. Las decisiones maduras y relevantes -y esta lo es- deben ser tomadas desde el conocimiento. No desde la ignorancia, el prejuicio, etcétera.
5. También es sumamente interesante profundizar en la religión cristiana que ha marcado, junto con la cultura helena y el derecho romano, la cultura y sociedad occidentales tal como las conocemos. El espíritu que ha inspirado las más excelsas manifestaciones del arte en catedrales, parroquias y ermitas; tantas y tan valiosas expresiones culturales en la música, en la pintura, la escultura, el cine, la literatura, etcétera.
6. Otro aspecto de gran importancia y actualidad es aprender a convivir con todas las personas, independientemente de su raza, cultura, procedencia, credo o religión. Y, dado que las religiones forman parte del ser humano y de nuestra sociedad, es muy conveniente conocer el porqué de las mismas, reconocer el bien que éstas aportan a la sociedad, diferenciar lo auténtico en ellas de aquellas manifestaciones desordenadas, violentas?
7. Y por último, y no menos medular, es el hecho de transmitir este legado de sabiduría en la seriedad de un ambiente académico, con la profundidad y programación de cualquier otra asignatura y en conexión con todas ellas. Y todo esto realizado a través de profesionales de la enseñanza especialmente preparados para ello, con la debida titulación y la especialización propia para la enseñanza de la asignatura de Religión y valores.
En definitiva, se trata de un derecho que tiene toda familia y que todo centro educativo, público o privado, tiene la obligación de ofertar. Y entiendo que se trata de un bien evidente para el desarrollo integral, personal y académico de los alumnos. Termino con unas palabras del papa Francisco en un reciente encuentro con 300.000 escolares: “Amo la escuela porque nos educa en lo que es verdadero, bueno y bello. Van juntos los tres, ¿eh? La educación no puede ser neutra. O es positiva o es negativa; o enriquece o empobrece; o hace crecer a la persona o la deprime, incluso puede corromperla. La misión de la escuela es la de desarrollar el sentido de lo verdadero, el sentido de lo bueno y el sentido de lo bello”.
El autor es delegado episcopal de Enseñanza Diócesis de Pamplona y Tudela