que a estas alturas de la llamada Memoria histórica, o tal vez desmemoria, a 83 años nada más y nada menos desde el inicio de una razzia que dejo miles de muertos y todo un reguero de detenciones, torturas, multas, cárcel, requisas, etc? estemos, en aras de una falsa democracia- debate-convivencia-reconciliadora, elucubrando que hacer con un monumento al fascio? tiene bemoles.

Que entre las propuestas, metida así como a la remanguillé, esté la falsa posibilidad de poder derruir (para dar la apariencia de quedar bien con la víctimas de la dictadura) semejante engendro apologético, de exaltación, de enaltecimiento del fascismo franquista, así como burla y escarnio hacia una gran parte de la población por parte de los asesinos, albaceas, herederos y avalistas de la destrucción de la libertad durante décadas... vamos, como se suele decir, para mear y no echar ni gota.

Ese engendro del terrorismo fascista no se sostiene ni políticamente, ni arquitectónicamente, ni artísticamente, ni como Memoria y menos socialmente si atendemos a la mayoría de personas trabajadoras que sufrieron las “bondades” del franquismo.

No se puede gobernar para todos (los de arriba), así lo hicieron los fascistas de ayer y así lo hacen sus avalistas de hoy. El gobierno del cambio se debe de notar por gobernar por y para los de abajo, todas esas gentes ninguneadas y maltratadas por esos y esas del Monumento a los Caídos en la Cruzada del glorioso Movimiento Nacional.

Es hora de mostrar valentía democrática y derruir semejante monumento.

Primero: porque su construcción fue para ensalzar las matanzas y toda clase de represión sobre una gran parte de la población.

Segundo: porque antes que un asunto de expertas, sabias y técnicas o como se les quiera llamar de forma ampulosa, es una cuestión política, ligada lógicamente a unas cuestiones técnicas, pero siempre, lo que determina una cuestión arquitectónica, esa que se pretende imponer como cuestión principal, es qué política queremos hacer y para quienes.

Tercero: valentía para pasar esta legislatura como los y las que asestaron un golpe de gracia democrática al fascismo, y a la vez dar el gustazo, sí, el gustazo, a las víctimas de la cruel dictadura, a las familias de los y las asesinadas, porque es algo que les pertenece, que les corresponde después de tanta imposición por la fuerza de las armas.

Cuarto: arquitectónicamente es un engendro que tiene poquísimas o ninguna posibilidad de adaptación fuera de para lo que se construyó. ¿Vamos a derruir los arcos laterales? ¿Porque si no, como vamos a rellenar ese espacio? ¿Vamos a quitar la cúpula porque es lo que más destaca? ¿Y con la parte central una vez quitada la cúpula, que vamos a hacer? ¿Dejarlo y reconvertirlo en no se que museo de la Memoria? ¿La Memoria de quién? Porque siempre será parte de esa memoria de exaltación del fascismo. Dejémonos de cuadraturas del círculo, de hallazgos de nuevas vías para contentar a quienes descontentaron y siguen descontentado a la gran mayoría de la población trabajadora, como estamos viendo durante estos largos 83 años.

Quinto: Ellos y ellas, los franquistas y sus descendientes políticos, no han tenido ningún miramiento, sensibilidad y respeto para destruir auténticos monumentos del trabajo, sufrimiento, historia de los y las de abajo siempre sometidos por la fuerza que dan sus leyes y armas, toda esa Memoria Histórica de un pueblo. Así llevaron a cabo en su día la destrucción del palacio de los reyes de Navarra, destrucción del frontón Euskal Jai, los yacimientos arqueológicos de la Plaza del Castillo, la cárcel de Iruñea, los tabiques de lo que fueron celdas del fuerte de San Cristóbal del monte Ezkaba, elementos de arqueología industrial como los castilletes de las minas de Potasas, etc. Por eso, todo lo que huela a historia relacionada con lo de aquí y su gentes trabajadoras y del pueblo ha sido arrasado.

Sexto: desde hace muchos años se ha hablado de dar una salida hacia el sur de la ciudad, abriendo esa parte cerrada por ese mamotreto que corta la avenida de Carlos III. Ahora es la oportunidad.

Séptimo: ¿Que hay de la ley de Memoria Histórica? ¿Como va a compatibilizarse esta con el mantenimiento de semejante monstruo antidemocrático y de burla (aunque la mona se vista de seda mona se queda), hacia todas aquellas gentes que padecieron la anterior dictadura, erigido en uno de los sitios más visibles de la ciudad? Basta ya del sí pero no, no pero sí. UPN y los suyos están acechando como siempre para conservar algo que diga: ¡Aquí estamos! ¡Aquí mandamos! UPN ya lo dejó claro en su día “que al menos se conserve el cuerpo central del Monumento”. Importándoles un comino lo que de enaltecimiento tenga, porque en esencia el citado monstruo es el cordón umbilical que une a sus antepasados ideológicos.

Dejémonos de proyectos, concursos, expertos, arquitectos, ideas premiadas y barnices pseudodemocráticos como el plantear una votación porque no hay valentía para llevar a cabo la destrucción del monumento al fascismo, sumándonos al carro de la democratitis ideológica del reformismo, sabiendo de antemano que lo que pesa en la ciudadanía es la ideología conservadora inyectada durante tantos y tantos años de reformismo franquista, pretendiendo “quedar como Dios”. ¿Plantearíamos una votación para ver si se quiere seguir siendo esclavo o esclava? Hay cosas en la vida que son derechos y esta es una de ellas.

Por otro lado, jamás ha sido buen consejo dejarse llevar por citas electorales para nadar y guardar la ropa, dejándose al pairo de mayorías silenciosas.

Ver qué se hace con ese espacio una vez derruido semejante engendro, la cuestión técnica, expertos, etc, vendrá después, en principio solamente cabe una decisión política valiente de derruirlo para cumplir con la Ley de Memoria Histórica, con las miles de víctimas, muchísimas de ellas yacientes por las cunetas de Navarra, todo esto por dignidad y por ética democrática.