La pedagogía de la claridad es llamada a menudo a ser contracorriente. Navarra abre un día sí y al otro también importantes telediarios, llena los editoriales de los mayores medios del Estado, pero quiénes conocen en realidad lo que ha ocurrido en nuestra comunidad. Los políticos se reparten estos días los cromos entre los que se encuentra el de nuestro mañana. Los tertulianos ponderan en Madrid sobre una realidad que desconocen, y mientras nosotros, callados e inquietos, sentimos con cierta impotencia de nuevo caer sobre nuestras cabezas la losa del pasado.

No es fácil hacer solitaria pedagogía cuando toda la impresionante maquinaria mediática del Estado se lanza casi sin excepciones a borrar los logros del último gobierno hereje, a recuperar para la nueva fe del constitucionalismo a nuestra díscola comunidad. Por ello, tratamos de glosar ante el conjunto de la ciudadanía del Estado algunas bondades de la heterodoxia, de explicar lo que ha constituido en realidad el gobierno del cuatripartito. Poner coto a la falsedad también es un deber ciudadano. El Gobierno de Uxue Barkos no gobernó para los suyos, siempre fomentó la pluralidad y la sana convivencia de las diferentes singularidades navarras. La opinión pública española ha de saber que el cuatripartito gobernó para todos y lo hizo con tiento y cuidado, con sumo y escrupuloso respeto por todas las sensibilidades. Desde la oposición al pasado gobierno foral, los propios socialistas han podido certificar que no ha habido ningún tipo de sectarismos. Ha podido haber diferencias a la hora de dibujar el mapa lingüístico para aplicarlo a la educación y la Administración, nunca voluntad de marginación desde Pamplona.

Debería en el futuro gobernarnos quien en verdad sume, no quien sólo lo proclame. Navarra Suma tendrá que considerar seriamente si en realidad en el pasado sumó; si sumó en favor de la pluralidad, de la unidad en la diferencia, de la transparencia?, si no debía haber añadido algo más al euskera, a la ecología, a la solidaridad, sobre todo a la sensibilidad. Nuestra iniciativa de diálogo interreligioso en Estella jamás fue recibida ni escuchada en Pamplona a pesar de las numerosas ocasiones en las que contactamos con las diferentes conserjerías que regentaba entonces Unión del Pueblo Navarro. Aquí no se puede hacer oídos sordos a la diferencia. Navarra es pura encarnación de la unidad en la diversidad: verde y amarillo, montaña y desierto, euskera y castellano, hayedo y trigal, aurresku y jota? Necesitamos un gobierno que baile las dos melodías, que pasee por las dos geografías, que se defienda en los dos idiomas, que coja el piolet y el bordón errante...

Si ha de dirigir alguien nuestro destino comunitario que lo haga quien sea capaz de levantar puentes y superar artificiales distancias, cuando no abismos; que tome las riendas de la comunidad foral quien aspire a gobernar para la pluralidad que los navarros y navarras representamos. No es indicado que gobierne quien desee hacerlo para los suyos, para los de su exclusiva sensibilidad. El mayor reto de cualquier gobierno siempre será sumar con quien siente, piense, hable? diferente, y en ese vital reto a UPN aún le toca esforzarse. La sostenibilidad a largo plazo de nuestro gobierno comunitario se juega, por encima de todo, en ese desafío de aunar lo diverso.

Tras la anatema de nacionalista se oculta en Navarra crisol y pluralidad. Por el contrario, hay palabras que quejan ajadas, devaluadas o incluso perdidas cuando no sirven a los principios que en un comienzo pretendieron servir. El constitucionalismo pudo ser en su día acuerdo, entente, punto de partida, pero a menudo se ha demostrado punto de llegada, freno, limitación, cuando no persecución e injusta cárcel? Hay palabras que hace cuarenta años representaron emancipación y que después, si no se reciclan, aprietan, constriñen, sofocan.

Bildu por su parte tiene también en medio de este complicado sudoku su oportunidad de oro. La llave de lo que anhelamos no está sólo en Ferraz. Hay alguna ganzúa homologada enterrada también en los mencionados hayedos, en el inconsciente colectivo vasco y sus residuos de conciencia banderiza. Sobre Euskal Herria Bildu reposa también la responsabilidad del gobierno de la pluralidad. La izquierda abertzale se puede quitar el papel de víctima en el crucial reparto de estos días, puede vivir su catarsis siempre postergada, y de esa forma invalidar vetos, borrar líneas rojas. Con su renacer allanaría caminos de progreso. No es un blanquear repentino, es un ceder pendiente, es un imprescindible reconocer que “nos equivocamos”, que demasiados silencios estuvieron de más. Ese retardado perdón daría paso sin mayores problemas al gobierno de la pluralidad, ahora si cabe más autorizado. En ese “nos equivocamos”, en ese reconocimiento de un silencio errado, ganarían ellos, ganaríamos todos los/as navarros/as.