Llevamos mucho tiempo ya siendo bombardeados con la llegada de una nueva revolución industrial (la industria 4.0): sistemas ciberfísicos, sensórica y computación masiva para la recogida de datos, toma de decisiones en tiempo real, control total y máxima eficiencia en toda la cadena de valor.

Esta revolución ha generado innumerables opiniones y alarmas, desde el punto de vista de la transformación y destrucción de empleo que puede provocar la digitalización y automatización de los procesos productivos.

El Gobierno de Navarra, en su plan estratégico para la industria hasta 2020, establece su esfuerzo en mejorar en la industria su competitividad global, incrementando su contribución a la riqueza regional y creando puestos de trabajo de alta cualificación gracias a la integración de las tecnologías 4.0, la formación, la I+D y un ecosistema favorable. Fija sus objetivos en llegar en 2020 al 33,5% del PIB en Navarra y aumentar el empleo industrial hasta las 70.000 personas.

Todos reconocemos que la industria de la automoción en Navarra tiene una implantación consolidada desde 1965; más de 100 empresas emplean directamente a más de 12.000 personas con una facturación de más de 5 billones de euros.

Esta descripción nos demuestra la importancia de este sector, pero no describe la transformación del empleo que se está dando en la automoción.

Vemos cómo han proliferado subcontratas que transforman el empleo industrial en un empleo vinculado a los servicios. Esto empeora las condiciones laborales al dejar de aplicar el convenio del Metal de Navarra y pasar a aplicar convenios estatales de dudoso encaje, con la única intención de precarizar las condiciones laborales.

Al bajar a la realidad, uno entiende por qué trabajadoras de SGE Quality Services se encuentran de huelga desde el 27 de mayo reivindicando la renovación del convenio de empresa (caducado desde diciembre), la mejora de sus condiciones laborales y que les paguen los salarios que les adeudan.

Cuando se habla con estas empleadas, porque son mujeres el 90% de la plantilla, y te explican que la mayoría cobra 12.700 euros, uno se da cuenta de que en la automoción no es oro todo lo que reluce.

Ellas están trabajando para VW (2.522 millones de euros de facturación, con un salario medio de 43.000 euros), Gestamp Navarra (174.261,133 millones de facturación, con un salario medio de 38.700), Antolín (41.760 millones de facturación, con un salario medio de 28.700), Tecnoconfort (110.351 millones de facturación, con un salario medio de 36.100), CYE Recylan (16.069 millones de facturación, con un salario medio de 43.700), SAS (418.637 millones de facturación, con un salario medio de 35.600), etcétera. Solo en estos ejemplos hay unos beneficios de más de 82.000 millones.

Viendo estos datos uno entiende por qué este sector es tan rentable, y que no solo la mera fabricación de vehículos genera beneficios, sino que la precariedad en las subcontratas es otra manera más de garantizar ingentes ganancias. SGE no es una gota negra en el oceano de opulencia, sino que es otra más de una cadena clientelar generada por el sistema (VW), que con ésta y otras como Formel D, JJ, Trigo, Recersing, ISN, etcétera, instauran un modelo precario a la sombra de la todapoderosa automoción.

No es coincidencia que en SGE trabajen un 90% de mujeres, que muchas sean inmigrantes, jovenes... No es coincidencia, la precariedad es muy selectiva y siempre atrapa en sus garras a las mas desfavorecidas. Así que la lucha de las trabajadoras de SGE es digna de principio a fin, para sacar a la luz una parte de la automoción que quiere ser callada y que busca dignificar sus condiciones y las de todas las empresas que en el día a día, dentro y fuera de las paredes de VW, soportan esta realidad.

Por cierto, la respuesta de la empresa ha sido presentar un ERE para despedir a las pocas trabajadoras que, dentro de una plantilla de 137, tienen un salario un poco más digno que los 12.700 euros anuales. Así que con la misma fuerza que las empresas y el Gobierno defienden modelos de industria que nos abocan a la precariedad, la plantilla de SGE reivindica el reconocimiento a unas labores que históricamernte se desempeñaban bajo el paraguas del convenio del Metal.

De qué nos valen planes estratégicos que bajo sus datos acallan y tapan realidades como ésta. Si queremos realmente enorgullecernos de la automoción navarra, que no sea lavando la cara a todas estas multinacionales.

ELA lleva mucho tiempo reivindicando soluciones a través de la subrogación, la garantía de aplicación del convenio del Metal a todas las subcontratas, etcétera, y seguiremos en esta línea hasta erradicar a estos modelos precarios de empleo.

ELA Industria