estos días pasados hemos vivido la primera ola de calor que azota Europa este verano en la que, se han alcanzado temperaturas de cerca o de más de 40oC en Navarra y en el resto de la península Ibérica y en otros puntos de Europa.

Las olas de calor en el Estado español adelantan su llegada cada vez con más frecuencia según avanzan las alteraciones de la crisis climática, tal como se ha afirmado desde la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Los episodios de calor anormalmente alto y prolongado declarados en el mes de junio, como el que estamos viviendo, se suceden. Siete de las únicas nueve olas registradas durante ese mes en la península y Baleares desde 1975 se han producido a partir de 2001. Los anteriores fueron en 1981 y 1994. Esta ola actual es “especialmente adversa”, según la califica Aemet, que incluye entre los motivos de ese carácter excepcional la época del año en la que penetra esta masa de aire tórrido.

Así, se puede afirmar que el cambio climático cumple las previsiones científicas y calienta la península Ibérica con mayor intensidad, antes y durante más tiempo. Por tanto, nos encontramos ante una realidad que la comunidad científica lleva años alertando hace tiempo. Las olas de calor serán cada vez más severas, llegarán antes, durarán más días y afectarán a más lugares a medida que aumenten las emisiones de CO2 y, con ellas, se agrave el cambio climático. Mientras tanto, sigue aumentando la concentración de emisiones de CO2 en la atmósfera y Europa acaba de perder una oportunidad de oro al dejar pasar hace unos días el Consejo de Ministros de Europa sin asumir 2040 como año para que las emisiones netas se reduzcan a cero. La propia Aemet ha asegurado que estos fenómenos “tienden a concentrarse en los últimos años, con especial incidencia en su duración”. Sin ir más lejos, los veranos duran ahora, de media, cinco semanas más que en 1980. Y son más calurosos en términos generales. La previsión estacional para esta año es que se registre una temperatura media de 0,5oC más que el promedio histórico. El azote de la ola de calor llega en un momento decisivo para espabilar a la clase política y empresarial. Tienen que tomar decisiones urgentes y valientes de una vez por todas para acelerar la transición ecológica y cambiar el modelo energético hacia uno eficiente, inteligente, basado en energías renovables.

El grupo de expertos de Naciones Unidas sobre cambio climático, en su informe especial sobre el calentamiento global de 1,5oC, advierte que superar este umbral será más peligroso de lo que se pensaba. En cambio, si limitamos el calentamiento a 1,5oC en lugar de a 2oC, supondría una gran diferencia y se evitaría que cientos de millones de personas sufran olas de calor extremas de forma frecuente y se reduciría a la mitad el porcentaje adicional de población que tendría que enfrentarse a la escasez de agua.

Como dijo, la consejera en funciones de Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Administración Local de Navarra, Isabel Elizalde, ante el Comité Europeo de las Regiones en Bruselas, el pasado martes 25 de junio, Navarra “tiene las tareas hechas” y está “en la onda que hay que estar”, y reivindicó que la acción contra el cambio climático y la transición energética está en el ámbito de “lo local y lo regional” porque son estas administraciones las que tienen “más conocimiento de la realidad y “más capacidad de reacción”.

Desgraciadamente, no es el caso de muchos de los estados y países más industrializados, que tienen las mayores responsabilidades y competencias en la materia, o, el de la misma UE con la decisión adoptada hace unos días de que en 2040 las emisiones no se reduzcan a cero. Evitar los peores impactos del cambio climático es posible con cambios urgentes, a gran escala y a todos los niveles.

El autor es experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente