Me despierto el otro día y, leyendo la prensa, no pude evitar una carcajada que seguro oyó hasta mi vecino. Y esa carcajada, que agradezco sobremanera, devenía de la noticia de que el Ayuntamiento de Pamplona, capitaneado por Navarra Suma, es decir el crisol de la derecha y la ultraderecha navarras, había prohibido una conferencia de Paola Damonti, una mujer especialista en la llamada "brecha orgásmica", que nos iba a contar por qué las mujeres disfrutan mucho menos en la cama que los hombres, brecha de la que doy fe porque lo he comprobado en mi experiencia profesional de 40 años dedicado a estos menesteres en nuestra querida y conservadora Navarra. Las mujeres disfrutan menos y, por tanto, practican menos sexo y, consecuentemente, tienen menos deseo sexual. Lo dicen, además, todos los estudios.

Los datos disponibles indican que una buena parte de las mujeres españolas, se quedan a la mitad, en un porcentaje superior al 50%. Y no tengo ninguna duda de que, probablemente, la mitad de las mujeres de políticos conservadores navarros y de las mujeres navarras de derechas metidas en la política, les pasa tres cuartos de lo mismo y, maldita la gracia que les hará no solo experimentar esa insatisfacción de continuo si no que, tambien, quedarse a dos velas y perderse el que la experta en Sexología le explique por qué les ocurre esa frustración desagradable. Claro que estos de derechas son muy tradicionales y a lo mejor no le dice nada porque la mujer tiene que estar en casa y coser botones, según dice VOX.

Hay que reconocer que estos de VOX están liderando la agenda política de todos los conservadores, poniendo el foco en temas que polarizan la atención mediática, consiguiendo que la derecha baile a su son. Y con seguridad el sexo es el number one en la Comunidad Foral.

Y es el número uno porque, en nuestro último libro (Sexo, poder, religión y política en Navarra) explicamos con todo tipo de detalles otros 20 casos de prohibiciones, broncas y controversias que la derecha navarra ha protagonizado en las cuatro últimas décadas, en las que se ha erigido como la salvaguarda de la moralidad y el buen hacer de las conductas sexuales de toda la ciudadanía.

Otra más, la número 21, que nos impone la derecha navarra aliada con la ultraderecha que está anclada en el S. XVIII, porque considera que, de tales cosas, no hay que hablar, no hay que saber, inmiscuyéndose así en la intimidad de los adultos acerca de lo que deben hacer o no en sus alcobas. Y, de sexo, hay que hablar, como diría M. Foucault, porque el saber es el único espacio de libertad del ser

Otra más que nos pone en el foco de los cuchicheos de toda España y que refuerza la idea de que somos unos meapilas que andamos discutiendo todavía si es no pecado el que los adultos aprendan algunos conocimientos sobre su salud sexual. Sí, señor Maya, es un asunto de salud, además de una cuestión de respeto por la libertad y los derechos individuales.

El que los adultos decidan disfrutar de su sexualidad cómo y cuándo les venga en gana es, también, un asunto de salud. No lo digo yo, lo lleva diciendo la Organización Mundial de la Salud y el resto de organismos internacionales desde 1975, cuando proponía el concepto de salud sexual. El ridículo es inconmensurable.

Claro que, si esta actitud está pensada para con los adultos pamploneses, a los que iba dirigido la conferencia prohibida, imagínense si hubiera sido para jóvenes. Señor Maya tiene usted que saber que los jóvenes navarros se informan a diario con películas porno violentas porque políticos como usted les impiden educarlos de manera normalizada en los centros escolares. He dicho repetidas veces que estamos haciendo una generación de niños pornográficos, sean sus padres de derechas o de izquierdas da igual -ya que comienzan a los 8 años a aprender sexo de esa manera- cuyas consecuencias en el plano de las agresiones sexuales a mujeres, de las adicciones al sexo y de las conductas sexuales patológicas, se están viendo y se verán en el futuro.

Como ocurrirá con el juego en menores. No me cabe ninguna duda tambien, que este tema nos explotará en plena cara y habremos de destinar cuantiosos recursos a atender los diferentes problemas que se derivan de esta situación incomprensible en una sociedad moderna. En Alemania, los padres que se niegan a que sus hijos reciban educación sexual en las escuelas, les cae la del pulpo, incluyendo una multa importante.

Todavía en Navarra el poder político y el religioso van de la mano en asuntos que conciernen a la entrepierna, están permanentemente interesados por el control del sexo y han hecho todo lo posible por influir en él de muchas y variadas maneras, como un tándem poderoso y eficiente. Se cargaron la educación sexual en los antiguos COFES, muerte refrendada por el cuatripartito anterior que no hizo nada para impulsarla en ese Servicio. Y como es una cuestión de salud, los políticos, lo hemos dicho repetidas veces, deben sacar de una vez por todas, la educación sexual de sus debates. Deben sacar sus manos de la sexualidad de la ciudadanía y dejarla en manos de los profesionales. Como el resto de asuntos sanitarios. Van ya tardados.