La Huelga General ha sido, históricamente, una de las mejores herramientas de lucha; en primer lugar por su impacto en la producción y en la agenda política, y en segundo lugar por su capacidad para transformar, agregar y unir a las personas, por la creación de un nosotrxs. Sin embargo, como toda herramienta, el tiempo y las fricciones la han ido desgastando, haciendo de ella un filo cada vez más romo, más impotente, más incapaz. La composición del trabajo actual, para empezar, hace que cada vez menos gente tenga la posibilidad de hacer huelga (precariedad y facilidad del despido, terciarización, subcontratación y trabajo en empresas pequeñas, trabajo autónomo y falso autónomo, y otras formas laborales desreguladas).

Por otro lado, todas estas pérdidas se suman a la histórica carencia de la huelga con respecto a los trabajos reproductivos, de cuidados, etc., que el feminismo siempre ha puesto sobre la mesa y además ha combatido en y con las huelgas de los últimos 8M.

Además, también deja fuera a las capas más explotadas, compuestas en buena medida por personas en situación administrativa irregular, migrantes sin papeles.

Y por último, cada huelga tiene su territorio, cerrado, y siempre habrá que estar al acecho con cómo repercuten nuestras demandas en las vidas de quienes habitan en zonas más empobrecidas; que nuestras conquistas nunca se alcen sobre la extensión de la miseria.

En resumen, la huelga general es una herramienta con una historia fantástica y un presente lleno de fugas. Mujeres que trabajan en labores reproductivas, personas jubiladas, (falsas)autónomas, precarias de todo tipo, estudiantes con o sin canas€ ¿a cuántas personas deja fuera o no llega la Huelga General hoy?

El capitalismo es un bicho, dominante, que hace plaga

Por un lado arrasa allí donde llega; destroza el planeta. Lo ataca con extractivismo y desarrollismo. Genera una emergencia climática como la actual. Destruye lo público y lo común, socializa las pérdidas y privatiza los beneficios (no está de más recordar los más de 42.500 millones de euros del rescate a la banca que el Banco de España da por perdidos). Ataca con sus venenos y su "desconfianza de los mercados" cualquier fiscalidad orientada hacia las personas y empuja con sus lobbies para privatizar los restos del Estado de Bienestar (pensiones, sanidad, educación concertada, etc.).

Por otro lado, se mete dentro de nuestro cuerpo, de nuestras cabezas y coloniza nuestra forma de vivir, nuestras aspiraciones y deseos, nuestros afectos. Organiza las aspiraciones a una vida mejor por medio del consumo, paraliza las capacidades de creación de espacios comunes por medio de la propiedad y la desconfianza. Promete y separa.

La huelga apunta al bicho, trata de paralizarlo. Al gran bicho, mostrando su capacidad de paralizar la ciudad, o partes de ella. Y al pequeño bicho interior, alumbrando ese nosotrxs, ese común, ese bosquejo de la felicidad de un común lejos de valores materiales, de la mediación del consumo. Así, la Huelga General sigue siendo necesaria como herramienta, aunque nos lo pone difícil; nos manda una tarea: si queremos que siga siendo válida, tendremos que pensar dos cosas: por un lado, cómo hacerla más extensa, cómo hacer que todas esas figuras que deja fuera sientan una invitación a participar, de una u otra manera, en ese nosotrxs en huelga. Por otro lado, cómo hacerla más intensa, cómo utilizarla para pensar nuestra forma de vida, para desenmascarar a nuestro pequeño bicho, para reordenar jerarquías y valores, para desenmascarar las falsas promesas del consumo y alumbrar posibles disfrutes de nuestras vidas rotas y dispersas.

Este 30 de enero haremos huelga

·Utilizaremos la huelga como laboratorio en el que experimentar alianzas, especialmente en esta huelga atípica que pone en el centro a quien no puede hacerla ni convocarla (personas mayores).

·Trataremos de romper con la desorientación actual y la sobreexplotación de lemas y consignas.

·Trataremos de ir más allá de los rituales y las romerías, buscando el carácter paralizador.

·Reforzaremos ese nosotrxs que no se deja definir por la sopa de letras de las siglas de las organizaciones convocantes; un nosotrxs complejo y diverso que debe descubrir el nexo que subyace a todas las opresiones y definir el bien común hacia el que avanzar.

·Haremos una huelga crítica también con las prácticas que dividen, con las políticas sindicales de bloques y proselitistas, con las inercias de un modelo sindical capaz de sembrar sus discordias y partidismos en movimientos unitarios potentes (por ejemplo, en el de pensionistas).

·Trabajaremos para que la huelga sea un impulso, para que el día después tengamos nuevas tareas.

·Pararemos. Paremos para paralizar al bicho.