sta pandemia, como dice mi amigo Josémari, nos ha traído no sólo daños físicos sino también morales. Pareciera que ya no somos los de antes, tenemos más miedo y somos más frágiles ante las dificultades, más timoratos. La peste nos sorbe el seso del caletre y no sabemos hablar más que de ella. ¡Eso, si hablamos! Porque pareciera que el tapabocas fuese un tapacerebros. Así ocurre que nos despistamos de temas tan esenciales para nuestro día a día como debatir acerca de la sanidad pública o privada. Ya sabemos que en el fondo de nuestros corazoncitos algo nos dice que la sanidad pública será más lenta y arisca que la privada pero tiene algo divino: la falta de interés crematístico. En la sanidad pública sabemos que te dirán las cosas tal cual son y no te reconducirán artificialmente hacia tratamientos u operaciones no absolutamente precisas, cuando no innecesarias, por el simple deseo de buscar algo en tus bolsillos.

Como ya han pasado más de ocho décadas de los sucesos que transcribo a continuación no creo estar desvelando ningún secreto de Estado al referirme a los distintos emolumentos profesionales que exigieron los tres médicos por sus informes acerca de la conveniencia de la ubicación de las Colonias Infantiles a promocionar por la Caja. Si además, como dice Homero, no se puede culpar a los hijos de los actos de sus progenitores, poco importará que desvele los nombres y apellidos de dichos doctores y que cada palo aguante su vela. Los archivos históricos están para darnos información acerca de las actuaciones de quienes nos precedieron a fin de que nosotros, con la distancia que da el tiempo, podamos valorar cuáles de dichas actuaciones eran condenables y cuáles aplaudibles. Ojalá se desvelaran más frecuentemente las atrocidades que ocultan bajo los secretos oficiales tantos y tantos gobiernos, pues la falta de memoria de lo sucedido nos impide mejorar nuestros futuros caminos.

En el acta del Consejo de Administración celebrado el día 6-VIII-1930 se lee: "A la vista de los informes médicos se decide que la Colonia Infantil sea marítima y que, al efecto de ubicarla adecuadamente, se gire visita a las playas de Guipúzcoa y a la Colonia de Pedernales en Vizcaya".

El 10-III-1931, en la sesión de la Comisión de Gerencia del Consejo, "Se da cuenta de las facturas presentadas por los médicos Srs. Jimeno, Gil y Reparaz como honorarios de los informes emitidos en el asunto de la Colonia Infantil. Se acuerda aprobar la minuta de los Srs. Jimeno y Reparaz, enviar a este último Sr. una comunicación diciéndole que, como a los otros dos Srs., se les va a abonar por su informe 250 Ptas., se le abonen a él 150 Ptas. sobre las 100 que ha fijado como honorario, agradeciéndole la atención que ha tenido al enviar una minuta tan modesta. Respecto a la minuta del Sr. Gil, contestarle diciendo que quedan a su disposición las 250 Ptas. del informe, pero que esta Caja de Ahorros no puede pagar las 150 Ptas. que incluye como un viaje a Hendaya ni las 70 Ptas. por compra de libros por no haber hecho esta entidad ningunos de esos encargos".

Como podemos apreciar, el abanico de honestidades era también entonces bastante amplio, casi del 500%. Lo cual provoca esos huecos donde caben toda suerte de componendas (comisiones, sobornos, pagos en B). Y de esa experiencia y de la prístina actuación de la Caja, podremos deducir interesantes conclusiones para los problemas de hoy. Si en un tiempo en que los colegios profesionales establecían muy claramente las diversas minutas por los servicios prestados por sus colegiados se podían producir semejantes desviaciones, ¡qué no pasará hoy con las diferencias de honestidades entre los ejercientes de la sanidad privada! Lo cual supone todo un importante argumento en apoyo de potenciar la sanidad pública todo lo posible. Sin embargo, vemos que en la actual discusión de los presupuestos estatales para el próximo año 2021 aparece la siguiente paradoja: 9.072 millones de euros para Defensa frente a 7.330 para Sanidad, 4.893 para Educación y 2.048 para Justicia. Así ¡cómo queremos que funcione bien la Sanidad, la Educación o la Justicia! ¿Acaso esperamos que el ejército luso nos invada con sus claveles; resucite Napoleón; siga hacia el norte la Marcha Verde o nos invadan los pérfidos llanitos? ¡Más nos valdría defendernos de la pandemia que de unos posibles invasores alienígenas! ¿Acaso es falsa la afirmación de Homero de que: Un médico vale por muchos hombres? (Ilíada- Canto 11) Y, si no es falsa, ¿por qué se actúa así? (continuará)

El autor es promotor de la refundación de la Can, notario jubilado y nieto del director gerente de la Can