l 13 de diciembre de 2020, en medio de una pandemia mundial provocada por el covid-19, una complicación grave ocasionada por la bacteria E.coli, llevó a nuestro hijo Izar, de tan solo dos años y tres meses, a ser hospitalizado en el Complejo Hospitalario de Navarra (concretamente en el Hospital Virgen del Camino). Tras una noche en observación de urgencias y varios días en planta, fue trasladado a la UCI Pediátrica. Desde entonces seguimos en esa unidad, que en la práctica se ha convertido, de un día para otro, en nuestra casa.

Dice Carla Montero que "la infancia es una época maravillosa. No hay pasado ni futuro, sino un presente vivido con sencillez, intensidad e ilusión". Estamos seguros de que ésa fue la manera en la que Izar contrajo esa bacteria. Jugar, vivir con intensidad nos hace felices, pero, como en ocasiones nos ocurre a los seres vivos, también nos lleva a enfermar. De esta forma hemos asumido que nuestro hijo esté enfermo. En ningún momento, por duro que éste haya sido, hemos considerado a la bacteria E.coli como nuestro enemigo a batir al que había que declararle una guerra sin sentido. En nuestra opinión, por suerte, esto va de otra cosa, de curar y cuidar al que está enfermo. Lo primero le corresponde a la sanidad pública, lo segundo a nosotros, su madre y su padre. En nuestra mano está darle toda la energía y cariño, apoyarle y ayudarle en su esfuerzo por recuperarse, y aunque las fuerzas empiezan a flojear por el cansancio, en esas estamos y en esas seguiremos.

En la que, sin lugar a dudas, está siendo la experiencia más intensa y dura de nuestras vidas, las trabajadoras del hospital (personal de limpieza y sanitarias, en su amplia mayoría mujeres) se han convertido en nuestra segunda familia. A través de estas líneas queremos admirar, agradecer y reconocer su trabajo, esfuerzo y aportación vocacional por curar a Izar y al resto de niños y niñas que, con una fuerza extraordinaria, tratan de recuperarse. Es justo decir también que, más allá de tratar de curar, junto con nosotras cuidan de nuestros hijos e hijas. Y lo hacen como miles de trabajadoras de otros sectores, en condiciones de precariedad laboral fruto de las privatizaciones, recortes y temporalidad aplicadas por este neoliberalismo que todo lo convierte en negocio, incluidos los servicios básicos y esenciales.

La pandemia en la que nos encontramos ha traído a la prensa y nuestras televisiones imágenes de la UCI (de adultos) del Complejo Hospitalario de Navarra. Una unidad nueva, con boxes (habitaciones) para cada paciente y un amplio espacio de control para el personal sanitario. La realidad en la UCI Pediátrica, de referencia para toda Navarra, sin embargo, es bien distinta. Se encuentra alojada de manera provisional en un lugar que no cumple las condiciones para ello, destinado a albergar la Unidad de Cirugía Mayor Ambulatoria (UCMA). Un amplio espacio rectangular con 6 camas (su capacidad máxima) separadas por biombos, y un mostrador como zona de control para médicas, enfermeras y auxiliares. De esta forma, las familias carecemos de intimidad para recibir la información médica, para estar con nuestros hijos e hijas que se encuentran en una situación grave. Además, asistimos con angustia y como testigos directos a las duras crisis que sufren el resto de niños y niñas, que en esto también son las nuestras. No disponemos de ningún espacio íntimo y digno para recibir y digerir las noticias más difíciles, para abrazarnos, reír y llorar por los avances y retrocesos. Estamos las 24 horas del día junto a nuestros hijos e hijas, pero, al contrario de lo que ocurre en planta, no tenemos derecho a recibir la comida del hospital, tampoco disponemos de un vestuario para ducharnos y cambiarnos.

Como decíamos, Izar está enfermo y necesita que le curen. Para ello, es fundamental contar con el tratamiento adecuado y el personal necesario, todo ello en unas condiciones dignas y apropiadas. Dice con optimismo un pediatra de la UCI que "cada día que pasa es un día menos aquí". Pues bien, las personas responsables del hospital y del Departamento de Salud del Gobierno tienen la oportunidad de que el día de hoy sea un día menos, el último, para que Navarra cuente con una UCI Pediátrica con las condiciones de una UCI Pediátrica. No valen las excusas en las prioridades ante esta necesidad de las trabajadoras sanitarias, de los niños y niñas, de sus familias. Tampoco valen planes futuros, solo sirven planes reales y definitivos, fechas urgentes y concretas.

Durante los primeros días de una experiencia que se va alargando, una buena amiga con buen criterio nos dijo que teníamos que cuidarnos para poder cuidar. Defender la sanidad pública y los derechos de sus trabajadoras es cuidar nuestra salud. Fortalecer los servicios públicos, poner en el centro nuestras vidas. Esta es la forma de cuidarnos de manera colectiva.

Los autores son padre y madre de Izar

En nuestra mano está darle toda la energía y cariño, apoyarle y ayudarle en su esfuerzo por recuperarse, y aunque las fuerzas empiezan a flojear, en esas estamos y en esas seguiremos

No disponemos de ningún espacio íntimo y digno para recibir y digerir las noticias más difíciles, para abrazarnos, reír y llorar por los avances y retrocesos