os informes oficiales para acceder a las ayudas post covid identifican los mayores problemas sociales: transición energética y los retos medioambientales. Pero identifica el problema desde lo económico y solo aportan soluciones empresariales. Es así como se da el caso que empresas que forman parte de esos problemas, con la ayuda de los partidos, están intentando apropiarse de las subvenciones europeas. Ahí está por ejemplo Volkswagen. Si los gobiernos dirigen el dinero hacia estas empresas, el problema dentro de 10 años será muchísimo más grave. La sociedad debe despertar a una idea principal ya. Los recursos energéticos que mueven nuestras vidas se están agotando. Y no hay ni habrá nada (lo dice la ciencia de la física) que sustituya su capacidad energética. Va a haber una disminución de la energía disponible, y en consecuencia una contracción material de todo lo que somos. La idea motor del desarrollo económico debe ser superada por otro tipo de pensamiento económico. Y si no, el futuro va a ser muy duro para quien hoy no puede decidir sobre él. Las baterías de coche se hacen con litio, un metal raro, escaso. Posee el mayor potencial de reducción, es decir, el que logra baterías más pequeñas con más energía almacenada. Como consecuencia de su escasez, por cada 500 coches de gasolina que hay hoy, se va a poder hacer 1 eléctrico. Además, llenar un depósito de gasolina se hace en dos minutos, y las baterías necesitan dos horas. En un sistema empresarial basado en el máximo aprovechamiento del tiempo, ¿qué se va a hacer con esta pérdida masiva de tiempo? Pero asimismo, debido a la capacidad energética de los combustibles fósiles que es la mayor del planeta, nunca habrá tanta electricidad que pueda cambiar cada coche de gasolina por uno eléctrico. Sí o sí debemos cambiar el concepto fosilista de una persona, un coche, y la vida cotidiana de millones de personas en el mundo. Por eso, la solución no es únicamente empresarial. También es algo social. Antes de financiar megafactorías de baterías, una falacia publicitaria por cierto, lo que necesitamos es un ejercicio de democracia. Debemos reflexionar en común sobre temas cruciales relacionados con esto: ¿por qué nos movemos? ¿Qué movimientos son esenciales y cuáles no? Ante una reducción de los recursos necesarios para nuestra movilidad, ¿qué escala de prioridades de movimiento vamos a realizar? ¿Es posible que estemos gastando hoy en movimientos innecesarios la energía que podamos necesitar mañana en cuestiones esenciales? ¿Qué podemos hacer en Navarra con el cluster gigante de la automoción? En Iruña hay más de 117.000 coches. Segun la disponibilidad de litio, solo litio para 234. Ante esto, debiéramos pensar, por ejemplo, que la comida que compramos llega hasta nosotros en vehículos de combustión. Miles de personas en Navarra trabajan fabricando o manteniendo coches. El sector representa el 41,7% de las exportaciones. Y va a sufrir una de las contracciones más duras. Pero nadie habla de la perentoria reconversión industrial, cuando es un asunto político y económico de primer orden para toda la comunidad. Sin una política específica, valiente y rápida, se van a generar grandes bolsas de desempleados. Nuevas ideas deben servirnos para encontrar qué otros productos vamos a necesitar en ese nuevo mundo que impone el agotamiento de los recursos. Para ello, tal como nos ha enseñado la pandemia, podemos volver la vista a sectores esenciales: en Iruña, el 11% de los afiliados a la Seguridad Social trabajan en el sector de la automoción, y un 1% lo hace en la agricultura. ¿Debiera haber un trasvase programado de empleabilidad entre ambos sectores? Porque sin gasolina, no llegarán las verduras de Murcia hasta aquí.

El cerebro siempre ha sido el mayor recurso adaptativo. Ante los retos gigantescos, partidos y empresas no pueden hacerlo solos. Hace falta mucha más inteligencia. Y altruismo. Hace falta un debate público y una toma de decisiones compartida. Decidir hacia dónde van esos fondos sin ese debate, conocimiento y participación es una irresponsabilidad que demuestra como nada una cosa esencial: el sistema representativo también es parte del problema y por eso, nunca tendrá la solución si no se adapta a las nuevas circunstancias. De momento, el espectáculo político alrededor de esos fondos es realmente mediocre, y peligroso.

La autora es miembro de Iruña Gerora