ste año hemos vivido la pandemia pero también otras muchas crisis, unas consecuencia de aquella y otras que ya estaban aquí. Pero son de tal magnitud que o reflexionamos y sacamos consecuencias, o los de siempre aprovecharán para aumentar su poder.

En primer lugar hemos visto morir muchos ancianos en las residencias. Hemos visto y seguimos viendo que a la hora de la verdad es la Sanidad Pública la que nos saca del atolladero. No podemos mantener sus carencias. Hay que decidirse por un sistema público, no solo de la sanidad, sino de las residencias de la dependencia, de la enseñanza. Que no se hagan negocios con nuestras vidas y con las de nuestros mayores. Y además no podemos tener profesionales mal pagados.

Por otro lado, en este año también se ha acelerado la crisis económica, con dos factores que nos señalan sus carencias. Hemos visto cómo faltaban elementos básicos que había que importar en momentos muy duros, especialmente de China. Lo que demuestra que, sin caer en la autarquía, el interés del capital por externalizar toda la producción, buscando salarios más baratos, tiene sus límites y sus consecuencias estratégicas nefastas. Por otro lado, un sistema económico basado casi exclusivamente en un modelo de turismo poco ecológico y sostenible nos ha hecho sufrir más que a la mayoría de los países en Europa. Esto supone la necesidad de cambiar a un modelo más tecnológico e industrial, que necesitará de inversiones en I+D+i especialmente importantes.

También vemos una crisis social que afecta especialmente a la clase trabajadora, golpeada ya por la crisis del 2008. Hay que discutir sobre el modelo de relaciones laborales, sobre la Renta Básica o el trabajo garantizado, sobre el reparto del trabajo, etcétera. Sobre la emigración, sobre los Derechos Humanos. Sobre la importancia de la clase trabajadora en nuestra sociedad.

También ha continuado la crisis territorial, especialmente en Cataluña. No se pueden resolver los problemas políticos y territoriales por la vía judicial. Necesitamos un cambio hacia un Estado multinacional para ver si somos capaces de vivir todos juntos, en qué condiciones y, en todo caso, que decida la ciudadanía.

Hemos visto un sistema judicial con sentencias y actitudes, sobre todo en sus élites, muy sesgadas hacia la derecha. Se evidencia la necesidad de plantear desde sus raíces la carrera judicial, democratizándola y haciendo que sea un sistema mucho más independiente de la política. También hemos observado el recorte de libertades. El último caso, la entrada en la cárcel del rapero Hasel evidencia que no todos somos iguales ante la ley, y que no se puede meter a la cárcel a nadie por muy deleznables que sean sus canciones. O el denegar permiso de manifestación en un Madrid de calles abarrotadas de turismo de borrachera, o de manifestaciones no legales en el barrio de Salamanca, el 8 de Marzo a un movimiento feminista que expresa cada vez más que el cambio será feminista o no será.

Habría que discutir sobre el poder de la banca, de las eléctricas o de los fondos buitre. Plantear su control o al menos la existencia de banca y sistemas energéticos públicos y ecológicos. El rescate de la banca ha supuesto 65.000 millones de euros. Pagamos la energía más cara de Europa y los fondos buitre se adueñan de las residencias de ancianos y de las viviendas en nuestro país. Algo tiene que ver con que los jóvenes no encuentren viviendas asequibles. Algo tiene que ver con que seamos uno de los países más corruptos de Europa. O con que la prensa defienda mayoritariamente los intereses de la derecha. O con que no les interese el futuro de la sociedad. Sólo sus beneficios y sus Consejos de Administración, donde vemos a los F. González o a los J.M Aznar y a sus secuaces.

Por último, la crisis de la monarquía. Una institución antidemocrática basada en que la jefatura del Estado se hereda dentro de una familia. A esto se añade, en el caso del Estado español, el haber sido designada por un dictador fascista y blindada por una Constitución que contiene un artículo que proclama su inviolabilidad y que no está dispuesta a renunciar a ese impresentable y no democrático privilegio.

Con una justicia, unos gobiernos y gran parte de la prensa…, que han rechazado durante años investigar al monarca, ni siquiera en lo que tenía que ver con los años posteriores a su dimisión. Y solo lo ha hecho cuando ya había comenzado a investigar la fiscalía suiza. No aceptamos esta operación para intentar perpetuar la monarquía. Por lo tanto, exigimos que Juan Carlos de Borbón rinda cuentas ante la justicia, porque la justicia debe ser igual para todos y todas.

Creemos necesario articular una salida a esta crisis con un debate sereno, tranquilo, entre todos/as, para ver qué modelo de país queremos construir, especialmente la juventud, para que les dé oportunidades. Debate que acaba necesariamente en un proceso constituyente. En ese proceso decidirá si queremos una monarquía con todos las consecuencias que estamos viendo o una república con una manera más democrática.

Hoy más del 60% de los actuales votantes no votó la Constitución de 1978. En 1868, 1873 o 1931 la república surgió ante el hartazgo de una institución profundamente corrupta y comprometida con los intentos de frenar procesos democráticos en nuestro país.

Hace noventa años la ciudadanía levantó la República como una bandera de libertad y esperanza, hagamos hoy que la República sea de nuevo nuestro futuro.

¡Viva la tercera República!

Junta Republicana de Izquierdas de Navarra