Comienzo el artículo con la conclusión: sólo en Europa (como también lo afirma la europarlamentaria Izaskun Bilbao) podrá ser viable la Confederación de las soberanías de las tierras vascas, llamada Vasconia o Euskalherria. Y además con una previa aceptación por parte de los dos estados limítrofes de Francia y España de la fórmula de la confederación de las tierras vascas dentro de la geopolítica española y francesa.

La situación política excepcional, y por eso mismo envidiada de Navarra y de Euskadi (pero no intentada repetir por las dificultades económicas que conlleva) por otras nacionalidades españolas, deriva del reconocimiento por parte de la Corona española de la previa foralidad de Navarra, Álava, Vizcaya y Guipúzcoa. Es decir, del reconocimiento práctico desde el final de la primera y tercera guerras carlistas de que Navarra había sido un estado político independiente hasta que fue conquistada por las tropas del duque de Alba en 1512 y que últimamente había perdido una guerra carlista entablada contra España en 1841. E igualmente de que las provincias vascas, es decir: el Señorío de Vizcaya y las provincias de Álava y Guipúzcoa tenían reconocidas (en la práctica y en la confirmación de los respectivos Fueros territoriales) unas soberanías de actuación geopolítica que les había posibilitado en momentos concretos de su historia, hasta el firmar pactos internacionales con otros estados políticos, especialmente con Inglaterra.

Y aunque después de que el Reino de Navarra, tras el abrazo de Vergara, había firmado en 1843 un convenio político y económico con la Corona de España, también las tres provincias vascas, individualmente como sujetos políticos firmaron en 1878 un concierto económico tras haber sido derrotadas en la tercera guerra carlista. Esta singularidad jurídica de las tierras forales vino reconocida en la Constitución española de 1976.

Pero los navarros y los vascos insatisfechos de su actual situación buscan un futuro político en el que se plasme el ejercicio de autodeterminación de los pueblos sin estado.

Y este futuro político nuevo deberá ser aceptado por los estados limítrofes de Francia y España y lo veo yo como Confederación de las propias soberanías aportando cada una de ellas sus singularidades. Vizcaya aportará su potencial industrial. Guipúzcoa su articulación de la pequeña y mediana industria y principalmente su singularidad cooperativa. Álava su acceso primordial aéreo de Foronda. Laburdi y tierras norpirenaicas su historia como estado independiente de los Albret hasta 1620, año en el que fue incorporada por Luis XIII a la corona de Francia y el reino de Navarra la extensa territorialidad y su defendida repetidamente con las armas independencia de estado político.

Todas las tierras vascas, con su singularidad y con su futura voluntad de ser reconocidas formando un pueblo y una nación, se unirán en una Confederación de soberanías con el reconocimiento de la Europa de los estados y de los pueblos sin estado.

El autor es catedrático senior de universidad