El 18 de junio de 1984, a poco más de un mes de acceder a la presidencia del Gobierno de Navarra el PSN, se creó la empresa pública Sodena.

Indudablemente, las elites empresariales, financieras y pseudorreligiosas de la época en Navarra se dieron prisa en activar un instrumento que les permitiera mantener el control del dinero público en beneficio de sus intereses empresariales privados. Cosa que venían haciendo desde el año 1964, cuando Félix Huarte, entonces presidente de la Diputación de Navarra y de la CAN, ideó el Programa de Promoción Industrial. Un programa donde ese señor manejaba a su antojo todos los ingresos públicos de la comunidad, en el intento de atraer industrias de fuera mientras engordaba, en progresión geométrica, las suyas propias.

Programa cuya forma de gestión ha sido el faro que guía a los directivos de Sodena desde el día de su creación. Una gestión neoliberal de la economía y las finanzas que, bajo el mantra de la colaboración público-privada, nos lleva siempre a la conclusión que si en dicha colaboración hay beneficios, éstos caen siempre del lado privado, mientras que si la colaboración produce pérdidas éstas las asume siempre el sector público.

El reciente caso de las mascarillas es un ejemplo, pero a éste hay que sumarle los cientos de millones de euros de dinero público que Sodena ha tirado a la basura, deterioros los llaman ellos, en avales y préstamos fallidos, cuyos destinatarios en estos cuarenta años vienen a ser los mismos que los involucrados en el caso de las mascarillas. La CEN y el Opus Dei. No es por lo tanto casualidad que gran parte de los miembros del Consejo de Administración de Sodena, a lo largo de su historia, pertenezcan a estas instituciones.

Mientras tanto, los partidos políticos a lo suyo. Sin cuestionar esta manera neoliberal de gestionar el dinero público, al contrario, UPN concediéndole medallas de oro y el PSN poniéndolo como ejemplo a la hora de elaborar proyectos de reactivación económica, mientras que Geroa Bai, aunque suponga su auto inmolación electoral, defendiéndola por encima de todo.

Durante el periodo 2018-2022 he sido vocal en el Consejo de Administración de la CPEN a propuesta del Parlamento de Navarra. Desde el principio propuse al Consejo el reordenamiento y reestructuración de la actividad de Sodena, así como un estudio sobre su personal directivo. La verdad es que tanto la parte del Gobierno, ni el anterior ni éste, que pertenece al Consejo, así como los miembros de reconocido prestigio designados por esos gobiernos, mostraron especial interés por este asunto, al contrario, defendieron con especial énfasis la gestión llevada a cabo por Sodena.

Es curioso y digno de estudio sociológico cómo los partidos políticos en vísperas de elecciones utilizan la gestión de Sodena como arma arrojadiza, mientras que cuando alcanzan el poder no tocan un ápice la forma de actuar de esta sociedad pública. Sin duda alguna, la explicación a este proceder se sustenta en que los gobiernos no son los que mandan de facto en esta sociedad.

En el periodo que estuve como vocal en el Consejo, la CPEN puso en marcha el Instituto Navarro de Inversion. Mi opinión, reflejada en las actas de las reuniones de dicho Consejo, fue que dicho instituto, entre sus cometidos, debería asumir la actividad y funciones de Sodena. Tanto su capital social como su capital humano, que técnicas hay y muy buenas. No así su organización directiva. Para que una institución financiera pública funcione debidamente, su organización directiva debe estar formada por personas que se comprometan, y sobre todo crean, en lo público.

Esa debe ser la condición principal para que un gobierno que se precie de progresista ponga al Instituto Navarro de Inversión al servicio de la sociedad navarra, facilitando que dicho instituto pueda orientar su apoyo crediticio hacia las necesidades más acuciantes de la economía navarra, como la transición ecológica y energética; la atención a la despoblación; el tratamiento preferencial a las pequeñas y medianas empresas; la promoción pública de vivienda en alquiler o la atención a los procesos de reindustrialización consensuados.

La captación de los recursos de Sodena, así como la colaboración con entidades como la Fundación Caja Navarra, son claves para que el Instituto Navarro de Inversión inicie con solvencia su andadura.

Por el momento ya se ha constituido su Consejo de Administración, y los empresarios ya han metido su patita. Tropezar dos veces en la misma piedra es una característica del ser humano. Si en este caso se vuelve a producir el tropiezo, es cuestión de coger la piedra y hacérsela tragar al político o política responsable.

*El autor es vocal del Consejo de Administración de la CEPN en el periodo 2008-2012 y actual Patrono de la Fundación Caja Navarra a propuesta del Parlamento de Navarra