Por muy indigna que le parezca la profesión de limpiador/a a la exalcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola, somos muchos los que pensamos que todas las profesiones son igualmente dignas.

Ciertamente sin el personal de limpieza muchas de las restantes actividades laborales no se podrían llevar a cabo con normalidad. 

Personalmente me merece mucho más respeto un/a trabajador/a de la limpieza que una señora que siendo de profesión médico de atención primaria, parece ser alérgica a ponerse la bata blanca ya que hace bastantes años que se dedica a la política huyendo del ejercicio de la medicina asistencial siendo recordada, todavía, por algunos de sus pacientes y compañero como una persona en la que percibían frialdad, arrogancia, poca empatía y escasa entrega, contrariamente a lo que debe caracterizar a cualquier profesional de la medicina.

Señora Ibarrola, si usted me lo permite, aunque posiblemente me considere a mí también, al igual que al personal de limpieza, como a alguien de una clase social inferior a la suya, me gustaría hacerle algunas preguntas. 

Primera: ¿era usted misma quien se limpiaba su consulta en aquella lejana etapa en la que ejerció de médico de atención primaria o, por el contrario, se la limpiaba alguna de esas limpiadoras de escaleras a las que aludía usted en una de sus últimas declaraciones públicas como máxima regidora municipal? 

Segunda: una vez que ha cesado en el cargo de alcaldesa de la capital navarra, ¿va a volver usted a ejercer la medicina asistencial como médico de atención primaria o, por el contrario, va a ocupar, de nuevo, alguna jefatura de las denominadas “de confianza política” en Osansubidea, tal como ha venido haciendo desde hace ya bastantes años?

Por último, permítame que le indique, señora Ibarrola, que expresiones tales como “todavía hay gente coherente, de palabra y con valores, en política” o “todavía hay personas que llegan a la política con vocación de servicio y porque quieren hacer algo por las personas, por la ciudadanía... Es mi caso. No todos los políticos somos iguales”, pronunciadas por usted en el Pleno del pasado 28 de diciembre, para que tengan credibilidad deben ir acompañadas de coherencia en el propio ejercicio profesional, máxime cuando el político en cuestión es, a su vez, un trabajador de la administración como es su caso.

Por eso le animo a usted a que retome su actividad profesional en la medicina asistencial, atendiendo a más de treinta pacientes al día, al igual que cualquier otro médico de atención primaria, y a que lo haga en uno de esos centros de salud totalmente desbordados que se encuentran ubicados en zonas humildes y obreras de la Cuenca de Pamplona. 

Hay que predicar con el ejemplo, señora Ibarrola, y se lo digo a usted con la legitimidad que me confiere el haber desempeñado durante toda mi vida mi trabajo con entrega y generosidad como docente de la red pública en la administración navarra.