Leo en los principales medios periodísticos de Navarra que “36 municipios navarros repartirán 24.000 relojes de arena para ayudar a limitar a 4 minutos el agua de cada ducha”, dentro de la campaña promovida por el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno Navarra, con el fin de “sensibilizar a la población sobre la necesidad de ahorrar y hacer un uso responsable del agua en el ámbito doméstico”. Respecto al aspecto de “sensibilización” nada que objetar. Respecto a que un buen uso del agua influye claramente en aspectos medioambientales, tampoco. Pero, al margen de que lo de los relojes me parece una idea/gasto inútil (aunque lo vistan de “acción simbólica”), y terminarán como adorno o juguete de los peques, me chocan, como técnico del ámbito del agua, varias cuestiones.
Se hace mención al tiempo de “4 minutos”, y se saca a colación lo que indica la Organización Mundial de la Salud (OMS) respecto al tiempo medio que se invierte en una ducha (10 minutos), para poner de relieve que, de reducirse la ducha a ese tiempo, por parte de toda la población navarra (¡toda!) “se podrían llegar a ahorrar hasta 7 millones de litros de agua”. Para bajar al terreno técnico, se está hablando de 7.000m3 y, realmente, viene a ser una cifra bastante insignificante en el contexto global, lo cual no es óbice para que cualquier ahorro tenga que ser tenido en cuenta. Pero no se pueden hacer “brindis al Sol” mientras se elude atacar lo mollar.
Si se quiere, realmente, actuar en serio y reducir los consumos globales, hay que trabajar en la dirección de la consolidación de entidades supramunicipales (que ya tenemos algunas en Navarra, y me ha sorprendido ver municipios adheridos a esta campaña que ya están dentro de ellas) que gestionen competentemente los servicios de forma mancomunada. Ni un solo pueblo de Navarra debiera estar gestionándose sus propios servicios, con sus medios, ya que están destinados al fracaso respecto a su deseable rendimiento (estamos hablando del agua). No solo en lo que respecta a los mantenimientos de las infraestructuras, sino en las propias inversiones necesarias. Los medios económicos, materiales y humanos, en gran parte de las pequeñas/medias poblaciones navarras, no pueden ser comparables a la escala que representa un servicio agrupado. Lo digo con conocimiento directo pues he podido verlo y analizarlo personalmente en algunos de ellos. Y ya les digo, y se lo demuestro a quien quiera ante cualquier ejemplo que me quiera poner respecto a esas poblaciones, que los volúmenes anuales de pérdida real de agua le dejarían bastante perplejo.
Una de las reducciones de consumo más sencillas de ejecutar (previo estudio, muy simple, e implantación de instalaciones de bajo coste en relación al ahorro) es a través de reducir las presiones innecesarias en las redes, que no hacen otra cosa que reducir la vida útil de las infraestructuras (públicas y privadas), perder más agua por las mismas fugas/averías, y crear problemas a los operadores/mantenedores. Para entendernos en el ámbito doméstico, esas reducciones de presión innecesarias harán que cuando uno abra su grifo particular (misma apertura que hacía con la otra presión de servicio más alta), el caudal que le va a aportar será bastante menor. Es decir, en el mismo tiempo de uso, el volumen de agua que habrá utilizado será mucho menor (y se beneficiará de un menor coste de facturación, por lo que, si no existe esa implicación en reducir presiones innecesarias en el servicio exterior, colóquese quien lo quiera un simple reductor mecánico en su propiedad y verá el resultado… mejor que los relojes de arena sería incentivar esta cuestión, en relación a la reducción del consumo doméstico). Y, en conjunto, la cifra de “millones de litros y piscinas olímpicas”, que veo gusta exponer como marketing publicitario, será abrumadora.
Para terminar, asombrado me he quedado con la recomendación (que expresan marca la OMS) respecto al tiempo de permanencia bajo la ducha, “por criterios de higiene y salubridad de la piel”. ¿Qué está haciendo la OMS para evitar la permanencia dentro del agua en bañeras, piscinas, lagos, ríos y mares? Es ironía.
El autor es profesor del ámbito del agua