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El día contra el cambio climático no es un día más

El día contra el cambio climático no es un día másEFE

Ayer participaba en la apertura de la jornada formativa organizada por la Universidad Pública de Navarra (UPNA), a través de la Cátedra Aprender-Ikasi y el Instituto I-COMMUNITAS, con motivo del Día Internacional contra el Cambio Climático. Una jornada dirigida al personal docente y centrada en educar sobre las dimensiones y efectos sociales de este fenómeno. Aproveché para recordar que el 24 de octubre no es un día más del calendario de días internacionales, es una fecha muy importante, una fecha en rojo (rojo de emergencia) que nos debe hacer recordar dónde estamos, más allá de las evidencias del día a día que se muestran ante nosotros, como pueden ser las sequías cada vez más severas, las tormentas cada vez más intensas o las inundaciones catastróficas cada vez más abundantes.

Tenemos un Diagnóstico claro y científico

Estamos en emergencia climática (recordar que en Navarra fue declarada por el GN y por el Parlamento –por unanimidad– en agosto de 2019). La última evaluación del Grupo Intergubernamental de Científicos sobre el Cambio Climático (IPCC) pone claramente de manifiesto que, si no se introducen ahora cambios transformadores para atajar el cambio climático, “el límite de calentamiento de 1,5ºC con el que nos hemos comprometido no se cumplirá por un amplio margen (actualmente rumbo a un aumento de casi 3ºC), lo que tendrá consecuencias catastróficas para las personas en todo el mundo”. Actualmente se producen situaciones que están matando a miles de personas cada año y obligando a un número mucho mayor a abandonar sus hogares, lo que hoy ya denominamos migración climática. Este mismo informe calcula que hasta 3.600 millones de personas en el mundo son vulnerables al clima.

Las consecuencias del cambio climático impactan y van a impactar todavía más en nuestras vidas, pero además no nos afectan a todos/as de la misma manera.

El cambio climático representa un riesgo para la salud, para la calidad de vida y también para la cohesión social: aumenta la desigualdad y el riesgo de pobreza.

En el ámbito de la Salud y la calidad de vida

Existen cambios en el medio ambiente que impactan indirectamente a nuestra salud: menor disponibilidad y calidad del agua potable, más inseguridad en los alimentos, mayor concentración de aeroalérgenos y contaminantes atmosféricos, cambios en la distribución de enfermedades transmitidas por vectores, desplazamiento de poblaciones y otras. La Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que entre 2030 y 2050, el cambio climático causará unas 250.000 muertes adicionales cada año debido a la malnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés calórico.

En el ámbito de la seguridad alimentaria

Reducción y eliminación de variedades agrícolas, deforestación y sobreexplotación, nuevas plagas… El cambio climático afecta ya a la seguridad alimentaria en muchos rincones del planeta. Según previsiones oficiales, en 2050 se perderán entre el 3% y el 12% de las cosechas por la crisis climática. Aunque se trata de un fenómeno de dimensiones globales, las consecuencias también serán diferentes según las regiones del planeta.

Paradójicamente, mientras vivimos en un contexto de producción agraria muy vulnerable al impacto del cambio climático, con restricciones importantes en una parte de la población, actualmente en Navarra, según la agenda de desperdicio alimentario, desperdiciamos un tercio de los alimentos producidos.

Impacto de género del cambio climático

Pese a la contribución de las mujeres a la conciencia sobre el cuidado del medio ambiente, son las mujeres quienes resultan más perjudicadas por algunas consecuencias del cambio climático, en especial las mujeres mayores que viven solas y/o en municipios aislados o entornos rurales, así como los hogares monoparentales. Además, sufren con mayor frecuencia la pobreza energética, especialmente las mujeres migrantes y de nuevo, los hogares monoparentales.

¿Qué respuestas estamos dando?

El cambio es posible. Ha habido avances considerables en las energías renovables que pueden reducir enormemente la dependencia global de los combustibles fósiles y así reducir las emisiones de gases a efecto invernadero (GEI). Tenemos objetivos y hoja de ruta en políticas de mitigación y de adaptación, y necesitamos un replanteamiento de las decisiones individuales sobre hábitos de vida, pautas de compra y consumo, hacia estilos de vida más sostenibles.

Los objetivos gubernamentales a nivel europeo para 2050 están claros: la descarbonización total de la economía. En Navarra contamos con herramientas y hoja de ruta en adaptación, y mitigación, Klina y Plan Energético 2030, cuyo objetivo es que el 100% de la energía eléctrica consumida en la Comunidad Foral proceda de energías renovables en 2030. En el año 2023, la producción eléctrica renovable en Navarra ha superado a la procedente de fuentes fósiles. El proyecto LIFE-NAdapta, una estrategia integrada para la adaptación al Cambio Climático de Navarra, que nos permite trabajar coordinadamente ámbitos sanitario, agrícola, forestal y el agua y una LFCCTE (aprobada por unanimidad y con un importante desarrollo normativo) que pretende responder a la necesidad de una transición energética urgente y justa que proteja a las personas más vulnerables. Tenemos que amortiguar las consecuencias sociales del cambio climático. En ese sentido recordar la Importancia de la Agenda 2030 y los ODS que vincula y ha unido en una única agenda gubernamental objetivos sociales y ecológicos.

Por centrarnos en Navarra y a pesar de que en la actualidad se está produciendo un cuestionamiento negacionista del cambio climático en parte de la sociedad, en Navarra según el ecobarómetro realizado por el instituto I-COMMUNITAS de la UPNA, hace apenas 1 año (2023) para el Parlamento de Navarra, sabemos que:

• Cerca del 80% de las personas entrevistadas están preocupadas por el cambio climático y su influencia en la vida cotidiana.

• Un 87,6% considera que tienen la capacidad para contribuir a la reducción de las consecuencias del cambio climático.

• El 84,8% considera que nuestro estilo de vida influye en el cambio climático. 

• El 88% de las personas entrevistadas señalan que están dispuestos a modificar el nivel de vida para proteger al medio ambiente.

Este estado de opinión representa una fortaleza en nuestro territorio y un buen punto de partida ya que la toma de conciencia resulta imprescindible para tomar medidas correctoras. En este sentido, la educación y formación es clave, reforzando el conocimiento, la capacitación y la responsabilidad personal y social.

Porque hay otra forma de vivir, otra forma de movernos, de comprar, de alimentarnos...

La autora es directora gerente de la SSPP Gestión Ambiental de Navarra-Nafarroako Ingurumen Kudeaketa (GAN-NIK)