Dictadura de la sinécdoque
Quienes defendemos la demolición del Monumento a los Caídos, no salimos de nuestro asombro y desazón. No esperábamos, desde luego, que el Ayuntamiento tomara la decisión de demoler el monumento, pero, tampoco, contábamos con las salidas con que el trío municipal –PSN, Bildu y Geroa Bai–, ha sorprendido a tirios y troyanos y que, en nuestra opinión, son demagogia y populismo baratos.
Primero, el alcalde ha demostrado no ser un hombre de palabra, ni consecuente con lo que ha defendido a bombo y platillo, a saber, que consultaría a la sociedad para decidir el destino del Monumento y que nada ni nadie lo sacaría de tal planteamiento, el único democrático. Segundo, el sindicato abertzale tan poco ha estado a la altura de sus declaraciones anteriores. El 26 de junio de este año afirmaba en Naiz que “por encima de otras opciones, el sindicato LAB prioriza la opción del derribo”. Tercero, el alcalde ha confesado que “asume las críticas por la decisión tomada”, pero ya dirá en qué consiste tal aceptación crítica y, si como tal aceptación, le supone algún compromiso real con la ciudadanía.
Nadie nos convencerá de que dicha decisión ha superado el impasse en que se hallaba el debate sobre los Caídos. Solo vemos un resultado y es el acomodaticio entendimiento político entre tres fuerzas que no representan a todas las fuerzas políticas, ni, por supuesto a la sociedad navarra y que no es tan tonta, según un parlamentario de Bildu. Así que el optimismo que desprende el trío es tan infundado como deleznable. Su mayor error ha sido prescindir de un gran sector de la población, en especial, de algunas asociaciones memorialísticas en pro de la demolición. No nos engañen. Negociar con quienes piensan lo mismo –o eso es lo que han hecho–, no es tan complicado. Especialmente, cuando de por medio, antes o después, se contemplan contraprestaciones políticas. Tiene su sarcasmo que a Zurekin lo hayan dejado en la estacada y que muestra desnudamente el nivel interesado de esa entente triangular.
La utilización del nombre de Maravillas Lamberto para el nuevo centro de interpretación histórica o del nuevo Monumento modificado –más bien habría que decir momificado, pues el resultado va a ser eso, una momia de edificio–, es un error de interpretación, así que mal empezamos. Si Ricardo Zabalza, socialista, de la UGT, asesinado en 1940, levantara la cabeza y viera su nombre utilizado para sustituir el nombre de un Monumento fascista por el suyo, le daría un ictus.
Y, hablando de olvido, para monumental el de Bildu. En el año 1986, en Sartaguda, en un mitin de HB, su padre putativo, enarboló el nombre de Maravillas para exigir la demolición del Monumento. Por si fuera poco, la actual coordinadora de Navarra de EH-Bildu, ha querido elevar dicho gesto al rango de “justicia poética”, expresión que ha gustado tanto a Otegui, que este la ha repetido glorificando “el acuerdo sobre los Caídos, pues hará justicia poética a todos los represaliados del franquismo”, incluso, a los que están en contra de dicho acuerdo. ¿Justicia poética? ¿Qué pinta la poesía en este barrizal? ¿Alguien vio alguna vez a un juez dictando “sentencias poéticas”? ¿A dónde conduce una justicia poética si ni siquiera saben qué quieren decir tal expresión, menos aún cuando su halo poético pretende envolver a “todos los represaliados del franquismo” sin que se hubiera contado con ellos a la hora de llegar a ese acuerdo?
Increíble que a estas alturas ciertos políticos abusen tan descaradamente de la utilización de la parte –la que supuestamente representa el trío–, por el todo. Y eso sí que tiene que ver con una figura retórica llamada sinécdoque. Y que es una aberración, tanto si se usa la parte por el todo como el todo por la parte. El uso de la sinécdoque está muy bien si la usa Baudelaire, pero no en la praxis de los políticos, pues rara vez su aplicación trae justas aplicaciones para la ciudadanía. La sinécdoque del trío municipal es la manifestación más clara de su torpe y sectaria decisión.
El trío skyliner se equivoca al considerar que el mejor centro de interpretación de la memoria contra el olvido del fascismo y del golpismo será el que se pretende crear dentro de las tripas del monstruo. ¿Quieren de verdad, no un centro, sino cientos de centros para cultivar esa memoria, esa que, supuestamente, nos salvará de caer en la amnesia histórica? Hay que estar muy ciego para no ver que ahí delante tienen a su disposición todo un sistema educativo –escuelas, institutos y universidades públicas–, gracias al cual la infancia, la adolescencia y la juventud, pueden conocer, comprender, interpretar y criticar la historia de Navarra en cualquier momento y, de forma simultánea, cultivar una axiología de la democracia que condene no sólo el golpe de Estado, todos los golpes de Estado habidos. Pero, sobre todo, cultivar los valores de la paz, la tolerancia, la pluralidad y el respeto hacia los diferentes, lo sean por su pensamiento, lengua, raza, sexo y nacionalidad. Si no somos capaces de aprovechar este sistema educativo integrando en él programas curriculares de enseñanza y aprendizaje que desarrollen la capacidad crítica y el cultivo de una memoria crítica con la historia pasada, ¿creen que un centro de interpretación, inventado sin el consenso de las partes en litigio, lo va a conseguir? Ni el más ingenuo optimismo panglosiano caería en tal torpeza metodológica.
Navarra no necesita ningún centro de interpretación de la memoria, sino utilizar con provecho las instituciones educativas existentes y los distintos lugares de la memoria donde se condena el fascismo y no su épica asesina. Ni las derechas de esta tierra necesitan monumentos para recordar qué sucedió en 1936 y lo que representa el mausoleo de los Caídos. Ni las izquierdas, incluidos los del trío, sobre todo, del PSN y, ya no digamos, el sindicato de la UGT, tampoco.
En cuanto a la pretensión de ocultar ciertas partes indecorosas del Monumento, pues eso. Una indecencia. Según la lógica absurda utilizada por este trío, ¿no hubiera sido más congruente haber arrancado la cúpula por la raíz y transportarla a un centro afín con su contenido, sean la fundación Franco o FAES o una sede de VOX o de UPN o del PP? O, incluso mejor, ¿a la bajera de la casa de quienes en Navarra consideran que los frescos de Stolz son una genialidad?
La actividad de tapar las vergüenzas de un monumento o de una escultura griega recuerda la desvergüenza de tanto censor y meapilas inquisidor. Seguro que ante semejante situación, pero ante una cúpula, pintada por Picasso, las derechas actuales no habrían perdido el tiempo tapando sus posibles vergüenzas testiculares. La habrían hecho añicos. Pero, ya se ve que los del skyline, no. Normal. Es que son “justicieros poéticos”. Y ya se sabe que, cuando se adjetiva la justicia, mal asunto. Demolición ya, sin tanta palabrería.
Firman este artículo: Víctor Moreno, Pablo Ibáñez, Clemente Bernad, Jesús Arbizu, Carolina Martínez, José Ramón Urtasun, Carlos Martínez y Txema Aranaz Del Ateneo Basilio Lacort