Uno de los grandes problemas de la clase trabajadora es que no se generen los puestos de trabajo para que el paro se reduzca hasta que sea prácticamente nulo.

En estos días están llegando noticias muy negativas de grandes empresas (Sunsundegui, Bosch, Nano Automotive, Ribera Transportes, Arcelor Mittal, Siemens-Gamesa,) de que sus plantillas se pueden sumar a las 30.458 personas que están en paro en Navarra. Por otra parte, desde la Unión Europea han anunciado una inversión de 800.000.000.000 de euros para desarrollar la industria militar europea y también el consejo a la población de tener en los domicilios un kit para sobrevivir 3 días (la guerra de Ucrania dura más de 3 años). Sobre el kit de supervivencia se han hecho multitud de memes.

Al anuncio de los 800.000 millones le acompaña una propaganda de que es una oportunidad para las empresas y para la creación de empleo. Sin embargo, no se ha concretado nada, ni cuánto tiene que poner cada país ni qué se dejará de financiar para dirigir ese dinero a la industria militar. Sólo se sabe que ha tenido éxito la propuesta de Pedro Sánchez de que, en vez de hablar de rearme, se hablé de defensa y seguridad.

En el Estado español hay 6 grandes compañías que fabrican el 80% de los productos militares (Airbus, Navantia, Indra, General Dynamics-Santa Barbara, ITP aereo, Expal-Rheinmetall) que se están frotando las manos.

Empresas exclusivamente militar no hay muchas, en Navarra ninguna y en la CAPV sólo hay una, la del presidente de la Real Sociedad Aperribay, SAPA. En cambio, sí hay varios centenares de pymes que tienen una producción dual (civil y militar) que están esperando parte de la tarta.

Entre estas empresas, en Navarra hay empresas públicas como Tracasa Instrumental, o privadas; de gran tamaño, como MTorres u Orbital, perteneciente al grupo CAF de Beasain, que colabora con el gobierno sionista en la expansión y consolidación de los asentamientos ilegales judíos en territorio de Palestina-Cisjordania, o pymes e incluso microempresas; de diversos sectores productivos (aeroespacial, telecomunicaciones, mecanizados, control de seguridad...); asesorías (Zabala Innovation consulting); vinculadas a la universidad (Anteral…). Un total de más de 30 industrias navarras están produciendo material para el ejército y cada año que pasa va aumentado la lista.

El dar cabida a las pymes en el negocio militar no es casual, es una decisión política de potenciar el tejido industrial y tecnológico militar tomada hace unos cuantos años que se ha visto reforzada por la situación actual. Se busca la colaboración público-privada y la producción dual (civil-militar) al constatar que los avances tecnológicos de la industria militar se han quedado rezagados de los avances de la industria civil. Y que en muchas ocasiones son las pymes y las star ups las generadoras de los avances mas disruptivos. Ofrecen la producción militar como diversificación de la producción habitual, una ventana de oportunidad para las pymes mientras que a la ciudadanía nos intentan vender la idea de que el desarrollo de la producción militar en empresas duales va a generar empleo de alta cualificación cuando la realidad es que la industria militar y de seguridad utilizan muy poca mano de obra en relación con el capital invertido.

Para estar al día en esa carrera armamentística, los departamentos de I+D+i, los centros de investigación y las universidades tienen que dirigir sus esfuerzos en mejorar continuamente la competitividad de la industria militar. Estos departamentos se caracterizan por tener poca mano de obra, eso sí, muy cualificada y especializada.

Aumentar la producción militar no va a suponer una disminución considerable de personas en paro y sí va a implicar que no se van a hacer las inversiones oportunas en la producción de bienes de utilidad social.

La clase obrera sabemos que la carrera de armamento solo tiene un fin, la guerra. Cuantas más armas hay más aumenta la probabilidad de una guerra. En el año 2024 ha habido un genocidio (Palestina) y más de 50 guerras, unas cercanas, la de Ucrania y otras lejanas, como la de Sudán del Sur.

Para justificar el aumento del gasto militar, nos quieren hacer creer que a mayor cantidad de armas, más seguridad, nos señalan posibles enemigos, nos dicen que tenemos que tener un kit de supervivencia, que es conveniente el servicio militar obligatorio, etcétera.

Nos quieren meter miedo para que pensemos que todo el dinero que malgastemos en la industria militar es provechoso. Pero las armas fabricadas se almacenan y se quedan obsoletas o cumplen su función destruyendo y matando. En ninguno de los dos casos tienen ninguna utilidad social. Ni convienen a la clase trabajadora.

Desde el movimiento antimilitarista afirmamos que, a pesar de los datos que dice el gobierno, ya gastamos más de 2% de PIB en los asuntos militares. Consideramos una irresponsabilidad pretender apoyar más a la industria militar teniendo tantas necesidades a las que responder. La clase obrera no vamos a caer en la trampa de justificar el aumento de producción militar con un supuesto aumento de la mano de obra ni vamos a consentir que con nuestros impuestos se beneficien las industrias sin un mínimo de ética.

Mientras nos quieren convencer de que estemos preparados para una guerra, ha saltado otra guerra, la guerra de los aranceles. Y para esta guerra no sirven para nada los tanques, los misiles o los satélites, igual que no sirvieron para la guerra contra el covid 19. Pero ya nos están haciendo saber que los perjudicados vamos a ser, como siempre, la clase trabajadora. Este 1º de Mayo la clase obrera tiene una buena oportunidad de mostrar su oposición a las guerras y a la industria militar.

Los autores son miembros de Plataforma contra las Guerras - Gerrarik Ez