Desde que la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO) hizo público el jueves por la mañana el demoledor informe en el que documentaba un triángulo corrupto integrado por Koldo García, José Luis Ábalos y Santos Cerdán para llevarse a sus bolsillos mordidas de adjudicaciones de obra pública, Pedro Sánchez y el PSOE están en estado de shock. El presidente del Gobierno español y líder socialista se enfrenta a la tarea de borrar una mancha difícil, con la corrupción apuntando a sus dos últimos secretarios de organización del partido y, en el caso del político navarro, principal negociador de confianza para las cuestiones más complicadas, incluida la relación con Carles Puigdemont y el independentismo catalán.

Sánchez escogió Ferraz para su comparecencia en la que pidió hasta en siete ocasiones perdón y disculpas a la ciudadanía y a la militancia socialista. Intentó encapsular la trama corrupta en el partido y más en concreto en las personas directamente protagonistas de la trama. Se empeñó en sacar de la ecuación al Ejecutivo que preside, obviando que uno de los principales implicados, Ábalos, fue uno de los ministros más poderosos del primer gobierno de Sánchez. Mantiene así su determinación de que la legislatura se extienda hasta cuando toca, en 2027. Es lo que ha venido afirmando una y otra vez ante las reiteradas peticiones de la oposición de que convoque elecciones tras la serie de investigaciones judiciales que afectan a Ábalos, a su esposa, a su hermano, el caso Leire Díez, o al fiscal general del Estado.

Muchas de esas investigaciones las han enmarcado en una campaña de acoso y derribo contra el presidente Sánchez alentada por el PP y la ultraderecha, pero la situación de Cerdán resta crédito a ese argumento. Las tres semanas que quedan hasta la reunión del Comité Federal del PSOE anunciada por Sánchez tras la dimisión de Santos Cerdán, van a estar plagadas de especulaciones. Los populares no abandonan su mantra del adelanto electoral y ahora acusan a los socios de investidura de Sánchez de ser cómplices de las corruptelas del Gobierno español, incluyendo a Junts y PNV.

En los cuarteles socialistas cunde el desconcierto. Se reconoce que la irrupción de Cerdán en la escena es el golpe más duro que han recibido hasta ahora. Un golpe que suscita dudas sobre la posibilidad de que Sánchez pueda cumplir la promesa de resistir hasta 2027.

Remodelación de Gobierno

Con la credibilidad bajo mínimos, Sánchez insiste en que no habrá adelanto electoral. Tampoco está barajando presentar una cuestión de confianza y en Moncloa y Ferraz no temen una moción de censura porque tienen el convencimiento de que el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, no cuenta ni contará con los apoyos necesarios.

Sánchez ha fijado para el día 5 del próximo mes el Comité y ha anunciado una reestructuración de la dirección del partido tras la salida de Cerdán. Desvelará ahí detalles de cómo pretende afrontar la difícil etapa que queda por delante y los cambios que medita en la cúpula socialista, que se prevén mucho más profundos que el mero nombramiento del nuevo secretario de Organización. Lo que Sánchez ha planteado por ahora es una reestructuración de la dirección del PSOE y una autoría externa de las cuentas socialistas, para disipar las sospechas de financiación ilegal del partido. Ningún socialista ha salido a criticarlo, pero las voces que consideran que es insuficiente se oyen cada vez más en las sedes socialistas, desde las bases hasta la cúpula.

Aunque fiel a su idea de limitar esos cambios a la esfera del partido negó públicamente que vaya a hacer una remodelación del Gobierno, no se descarta que los movimientos en el PSOE pudieran derivar también en algún relevo ministerial.Y a la espera del cónclave del mes que viene, en el partido contienen el aliento ante el temor de que puedan conocerse hechos y nuevas grabaciones que aumenten la gravedad de la situación y ante la hipótesis de que pudieran afectar a la financiación del partido, lo que supondría un golpe letal y conduciría hacia un adelanto electoral.