Nora Pérez empezó a donar sangre a los 18 años, pero es algo que lleva presente en su vida desde mucho antes. La joven navarra explica que, de pequeña, acompañaba a su abuela al camión de las extracciones de sangre y “veía a todo el mundo saliendo de él con una sonrisa, independientemente de cómo habían entrado”. Se trata de una experiencia que ella, como niña pequeña, interpretaba como casi mágica. “No entendía qué había allí arriba que hacía a todo el mundo salir contento del camión”, cuenta Nora.

Por ello, la joven navarra, el día que cumplió los 18 años, decidió experimentar por sí misma aquella sensación con la que veía a tanta gente salir del camión. Se acercó al banco de sangre de Pamplona y, pese a los nervios, donó sangre por primera vez. Aunque había vivido de cerca la donación de sangre durante toda su vida, ella, al igual que la mayoría de donantes, también estaba nerviosa al principio. “Es una experiencia nueva, no sabes qué esperarte porque nunca lo has vivido y es normal tener miedo”, admite. Sin embargo, Nora explica que los profesionales tratan a los donantes con mucho cariño, que el servicio y los medios son de calidad y la experiencia es tan bonita que el “pinchazo”, la parte que más asusta a la mayoría, “no es para tanto”. Además, aclara que el bienestar del donante está por encima de todo en el momento de las transfusiones por lo que “no hay nada que temer”.

“A todos nos puede tocar vivirlo de cerca o incluso en nuestras propias pieles, y todos querríamos que haya sangre suficiente para tratarnos a nosotros o a un ser querido”

Nora Pérez - Donante de sangre

Como ocurre con muchos donantes, la ilusión de Nora por esta práctica proviene de una tradición familiar. Para ella no era algo desconocido, nadie tuvo que ir a enseñarle que esa posibilidad existía. No obstante, la joven asume que no todo el mundo conoce esta iniciativa o no tiene información suficiente como para animarse a hacerlo, por lo que sigue siendo necesario concienciar a la sociedad. La joven navarra explica que, el día de mañana, cualquiera puede contraer una enfermedad, sufrir un accidente o vivir cualquier situación en la que se requiera de una transfusión de sangre. “A todos nos puede tocar vivirlo de cerca o incluso en nuestras propias pieles, y todos querríamos que haya sangre suficiente para tratarnos a nosotros o a un ser querido”, reflexiona.

Nora decidió no esperar más y comenzar a donar tan pronto como pudo y tampoco se plantea dejar de hacerlo. No concibe la donación de sangre como algo a corto plazo en su vida, sino como un hábito a mantener. “Ahora no lo necesito, pero quizás en un futuro sí, así que decidí hacerlo ya porque, si no me toca a mí, quiero que a quien le toque tenga recursos y medios para una buena atención”, cuenta la joven donante.

Gracias a que su abuela compartió la tradición con ella, Nora descubrió la posibilidad de donar sangre y, aunque entiende que hay situaciones que pueden llevar a alguien a tomar la decisión de no hacerlo, o una falta de información que desmotive a la población a sumarse a esta causa solidaria, ella se muestra muy comprometida. “Mi intención es seguir donando sangre hasta que pueda, todo el tiempo durante el que mi cuerpo lo permita”, manifiesta con emoción. Nora tiene una gran implicación con la donación de sangre y seguirá haciéndolo siempre que pueda.