Recientemente el Ministerio de Transición Ecológica ha hecho público un informe que rectifica los datos de recogida separada de residuos de botellas de plástico de bebidas de un solo uso menores de 3 litros, que oficialmente se habían dado para el año 2023 por Ecoembes.

La conclusión es que frente al dato de un 74,2% de recogida separada, el ministerio lo establece en únicamente el 41%, con la consecuencia de incumplir los objetivos señalados para dichos materiales por la Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos, que deberían haber alcanzado el 70% en dicho año. En Navarra dicho porcentaje supuso un 56%, significativamente superior a la media del Estado, aun cuando igualmente insuficiente.

En aplicación de la normativa, dichos sistemas deben implantar en un plazo de 2 años un sistema de depósito y devolución y retorno de envases (SDDR) como medio para alcanzar los objetivos establecidos, que en 2029 es para dichos materiales del 90%, objetivos que ya en la actualidad cumplen algunos países, principalmente del norte de Europa, donde ya están implantados dichos sistemas.

Concretando, el SDDR consiste en que los consumidores abonan una pequeña cantidad de dinero en el momento de la adquisición de un producto contenido en ciertas tipologías de envases y dicha cantidad se le devuelve cuando, tras consumirlo, depositan el envase vacío en unas máquinas tipo Vending ubicadas en la vía pública o en centros comerciales.

No necesariamente significa que se devuelven los envases para su reutilización, como sería en el caso ideal, tal como pasaba con las botellas de gaseosa cuando los denominados babyboomers éramos niños. De hecho, en la mayoría de los sistemas implantados, los residuos de envases devueltos se compactan en la maquina y se envían a una instalación de reciclado para la fabricación de nuevos envases.

La publicación del informe citado y su consecuencia ha tenido una repercusión importante en ámbitos ecologistas que los últimos años han identificado el SDDR como una medida nuclear de la gestión de los residuos.

Sin embargo, su repercusión hay que relativizarla en el ámbito de la gestión global de los residuos. De hecho, las botellas de bebidas a las que se ha referido el citado informe suponen únicamente un 3% en peso del total de los envases sometidos a la obligación de recogida separada y un 0,3% del total de los residuos que se generan. Todavía habría bastantes materiales que son envases que no estarían cubiertos por dicha obligación, aunque parece obvio que el sistema SDDR debería incluir a algunos de ellos, como las latas metálicas.

En todo caso, habría además otros residuos de envases no incluidos en el sistema SDDR para los que se debería mantener el sistema actual del contenedor amarillo, tal cual funciona hoy o modificado. Además de lo señalado, hay otros aspectos que deberían tenerse en cuenta. Sería necesario un incremento de la capacidad de tratamiento de los residuos recogidos separadamente, y garantizar una estabilidad del mercado de los productos reciclados.

Precisamente la necesaria transición da lugar a que se planteen importantes incertidumbres sobre la gestión integral del sistema que inducen a tomar decisiones con la necesaria prudencia.

Ante este panorama, sorprende alguna propuesta que se ha conocido en relación con el sistema de gestión actual y el planificado a futuro en el ámbito de Navarra. Más en concreto, con la idoneidad de la planta de tratamiento que la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona está construyendo en Imárcoain y la necesidad o no de disponer de un vertedero que, en su caso, sustituya al actual de Góngora.

Hay que resaltar precisamente la evolución que se está dando los últimos años en el ámbito de la Mancomunidad con la implantación de la recogida separada de la materia orgánica y la repercusión de los cambios normativos que se está produciendo en el ámbito de los materiales, principalmente de los plásticos.

Debido a dichas circunstancias, la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona diseñó, con muy buen criterio, una planta modular y adaptable a dichos cambios en los futuros periodos anuales, a la vista de la previsible evolución de las distintas fracciones.

No hay que olvidar igualmente que la construcción de dicha planta en Imárcoain viene precedida por la pretensión del Ayuntamiento de Aranguren, materializada en un convenio con la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, de cerrar el centro de tratamiento de residuos de Góngora donde actualmente está localizada la planta de reciclado de envases junto al vertedero de residuos no reciclables, sin otro argumento más que el “ahora le toca a otro”.

No cabe duda que la ubicación más idónea en el ámbito de la comarca para una planta de estas características hubiera sido la propia ubicación actual de Góngora.

Además, vuelven a plantearse afirmaciones en relación con la necesidad o no de la disposición de un nuevo vertedero de residuos alternativos al actual de Góngora. La bondad de las instalaciones actuales del vertedero de Góngora, la previsible evolución de reducción de residuos a eliminar, los mínimos impactos ambientales que provoca el vertedero de Góngora, que incluso se verán minimizados con la entrada en funcionamiento de la planta de Imárcoain, le hacen candidato a su mantenimiento a futuro frente a la prospección de una nueva ubicación, siendo deseable que se anule el citado convenio.

Ya en el ámbito del conjunto de Navarra, los cambios que va a suponer la aplicación de la normativa vuelven a traer a colación la forma en que se gestionan los residuos en 16 ámbitos mancomunados distintos y el incumplimiento de lo establecido en la Ley Foral 14/2018, de 18 de junio, de residuos y su fiscalidad, que estableció la necesidad de crear un ente publico de residuos de Navarra para realizar la gestión con la máxima coordinación posible, acabando con situaciones incomprensibles como el viaje de los residuos del norte de Navarra hasta la Ribera para su tratamiento adecuado habiendo instalaciones adecuadas a mitad de camino.

Tras casi 5 años no se conoce iniciativa alguna para su materialización.

El autor es químico, experto en temas medioambientales