Cada vez más ciudades y municipios se preparan para la lucha contra el cambio climático. Las olas de calor, sequías, lluvias torrenciales, inundaciones... son eventos que en las ciudades y en los pueblos son cada vez menos extraños, y en los últimos años ocurren con más asiduidad. Por ello, trabajar y prepararse para minimizar la contribución de las áreas urbanas al cambio climático debe ser un compromiso real por parte de las entidades locales y del resto de las administraciones, como de las empresas ubicadas en ellas, así como por parte de la ciudadanía.
Hoy en día las ciudades a nivel mundial acogen a la mitad de la población, y en Europa y en el Estado español ocho de cada diez personas viven en entornos urbanos. Esto hace que los entornos urbanos sean altamente vulnerables, además de altamente densos.
La mala planificación urbanística ha agravado los impactos climáticos, con muchas edificaciones construidas en zonas inundables, así como por diversos intereses económicos, sociales, institucionales y políticos se han cambiado los ecosistemas naturales, y muchos municipios sufren de forma muy clara los efectos del calentamientos global, ya que existen pocas zonas verdes con árboles y unos entornos de mucho asfalto, cemento y hormigón, que eleva las temperaturas mucho más que en las zonas rurales.
Las olas de calor que se dan en Navarra –en los veranos de 2022 y 2023 se han producido muchas más que en los 40 veranos anteriores–, tienen que ver bastante con lo que se denomina “islas de calor”, que se trata de un efecto microclimático por el cual, debido a los materiales de construcción, tanto de los edificios como de las aceras y las carreteras, se da un almacenamiento de calor mucho mayor que al de las zonas verdes. El resultado es que la temperatura de los entornos urbanos es muy superior a la que habría, con las mismas condiciones meteorológicas, en una zona del campo.
También influye mucho en las ciudades y en los pueblos el modelo de movilidad imperante, donde el vehículo privado sigue siendo el rey, y, por tanto, la regeneración del tejido urbano y una movilidad sostenible son clave en la lucha contra el cambio climático. En ello, es fundamental e imprescindible que la ciudadanía participe en la toma de decisiones y se corresponsabilice.
Transitar hacia unas ciudades y municipios donde haya una reducción de emisiones, más zonas verdes, un aire respirable, donde se pueda pasear y andar en bicicleta o moverse en transporte público, equivale a mejorar la calidad de vida, el bienestar y la salud.
Las llamadas soluciones basadas en la naturaleza (SbN) han sido identificadas como una estrategia crítica para alcanzar los objetivos de mitigar y adaptarse al cambio climático, así como para detener la pérdida de biodiversidad.
Pero en las ciudades y municipios también se dan, y cada vez más, precipitaciones torrenciales, que en muchas ocasiones acaban en inundaciones. Frente a ello, se deben mejorar los sistemas de alerta temprana, que, tras los episodios extremos ocurridos en los últimos tiempos, entre ellos el de la DANA de Valencia, será necesario revisar y actualizarlos, así como los sistemas organizativos y la capacitación y aprendizaje sobre como actuar por parte de la población.
En el caso de las precipitaciones intensas y torrenciales que pueden provocar inundaciones, los llamados Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (SUDS) y su implantación en Pamplona y en otros municipios de Navarra son un elemento muy importante frente a los problemas de escorrentía que se producen en estas circunstancias, dada la creciente impermeabilización y sellado del suelo, además de mejorar la calidad del agua a través de la retención de contaminantes arrastrados por la escorrentía, y, mejorar el paisaje urbano y la biodiversidad.
Esto lo podemos leer en un interesante reportaje de Kepa García, publicado en este diario el pasado 3 de febrero, al informar de los trabajos que está realizando el Ayuntamiento de Pamplona-Iruñeko Udala al introducir un nuevo modelo de drenaje más sostenible con sistemas replicantes de la naturaleza en diversas actuaciones que se está llevando a cabo en la ciudad, que permite gestionar el agua de lluvia a través de mecanismos de retención y filtración, logrando que se infiltre en el suelo allí donde cae, sin ser canalizada de forma artificial.
Los SUDS, como se dice en el citado reportaje, presentan diversas formas: aljibes, cubiertas vegetales, pavimentos permeables, alcorques estructurales, jardines de lluvia, cunetas vegetales, balsas de detención o infiltración, humedales artificiales, estanques... Y, los SUDS forman parte de una red amplia e innovadora de soluciones impulsadas por las instituciones europeas y está alineada con los objetivos de sostenibilidad que las Naciones Unidas establecieron para el cumplimiento de la Agenda 2030.
Los sistemas de drenaje sostenible también se están implementado en distintos municipios navarros, y en la página web de Nilsa, sociedad pública adscrita al Departamento de Cohesión Territorial del Gobierno de Navarra, se publica una guía de drenaje sostenible (https://www.nilsa.com/es/que-hacemos/saneamiento-y-depuracion/drenaje-sostenible/), así como otras informaciones, donde se informa de diversas acciones realizadas.
Los SUDS son sistemas que permiten hacer frente a los problemas de escorrentía provocados por el exceso de lluvia y la creciente impermeabilización de las ciudades y los municipios, que, además de amortiguar sus efectos y reducir el riesgo de inundaciones, mejoran el paisaje urbano y la biodiversidad.
Se trata en definitiva de apostar y hacer frente a una crisis global, como la climática, que tiene grandes implicaciones en lo local.
El autor es experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente