Escribo esta carta desde la rabia, la desilusión y la impotencia que generan las decisiones tomadas por los de arriba y que afectan al tiempo, a la economía, a la vida familiar y personal y a la salud de personas como yo, anónimas, números en una lista que con su trabajo se esfuerzan cada día en aportar su grano de arena en las aulas de la Educación Pública Navarra, esa educación de la que tan orgullosos nos hablan nuestros dirigentes.
La misma educación que creen que está en sus manos sin darse cuenta de que somos las personas de abajo las que hacemos el trabajo de educar y formar a nuestros jóvenes. No son las leyes las que educan, somos las personas. Personas que somos felices en nuestro trabajo, cuando nos dejan serlo. Personas que sufrimos constantes cambios en las leyes educativas, tortuosos procesos de selección que nada dicen de nuestras verdaderas capacidades, labores administrativas que poco aportan a nuestra labor y una inestabilidad laboral que en una empresa privada sería delictiva de acuerdo a las propias leyes que, para los demás, aplica la Administración.
Listas que se las lleva el viento
En junio del año pasado, dentro de la convocatoria de oposiciones para estabilizar a una mínima parte de su plantilla, se generaron nuevas listas de contratación de ciertas especialidades, hablo del caso de asignaturas de Educación Secundaria con perfil de idioma inglés. Obligados a estudiar con el único fin de permanecer en nuestros puestos de trabajo ya que en mi especialidad, por dar un ejemplo, se ofertaba una única plaza. Mucho tiempo, mucho esfuerzo, muchas renuncias, horas robadas a la noche porque durante el día hay que cumplir con nuestras obligaciones, todo para formar parte de una lista de contratación y seguir trabajando realizando un trabajo que ya sabemos hacer y hacemos con gusto. Todo esto, para que unos meses después se tome la decisión de que asignaturas como Tecnología o Matemáticas ya no serán impartidas en inglés en nuestras aulas y por tanto esas listas recién generadas, con miles de horas de estudio y esfuerzo en su interior y de las que dependemos muchas personas, se las lleve el viento.
No voy a entrar a valorar la decisión de qué asignaturas se imparten o se dejan de impartir en inglés, evidentemente no es algo de lo que yo pueda opinar e imagino que lo harán en base a rigurosos estudios que avalen la conveniencia y el buen futuro de nuestro alumnado y su mejor desempeño con el idioma. Supongo además que es algo que se habrá consultado con profesorado y equipos directivos como es lógico en estos casos (este último párrafo léase con ironía).
Nuestra salud física y mental les importa un bledo
Mi enfado y mi crítica está dirigida a aquellos que gestionan a las miles de personas interinas que formamos el Departamento de Educación y que tenemos derecho a que se nos trate con respeto y no como simples números en una lista. Siento empañarles la fiesta, les invito a que se den una vuelta por cualquier instituto para comprobar que somos cerca de la mitad de su plantilla. Siento decirles que están tomando decisiones que afectan a miles de personas. Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que nuestra salud física y mental les importa un bledo. Y luego se sorprenden de que las bajas laborales en educación estén por las nubes. Les propongo que hagan un estudio y determinen cuántas de estas bajas por estrés, ansiedad o depresión son causadas por sus actos, decisiones y forma de gestionar a sus empleados y empleadas. A pesar de lo que sus adulteradas cifras nos dicen, dirigen una de las ETT con mayor personal de Navarra, personal además con una cierta importancia en el futuro de nuestra sociedad y en la mayoría de los casos formado por grandes profesionales. Personal que merece respeto. No jueguen con nuestro tiempo, nuestro esfuerzo y ya puestos, por qué no decirlo, con el pan de nuestros hijos e hijas.
No quiero olvidar a los grandes perjudicados, a los daños colaterales de todo este sistema que tenéis montado, a nuestra verdadera razón de ser. Dejo al lector imaginar a quienes me refiero y a las consecuencias que esta manera de funcionar acarrean.
Y ya para terminar, que puestos a desahogarme, lo hago del todo, ¿qué opinan los sindicatos de todo esto?
Seguiremos, si nos dejan, educando en las aulas.
El autor es profesor interino de Tecnología en Educación Secundaria