El pasado 8 de mayo aparecía en el balcón de la plaza de San Pedro el cardenal Robert Prevost, elegido como nuevo sucesor de Pedro, como nuevo Papa de la Iglesia católica. Aparecía como León XIV. Su voz temblorosa, sus ojos vidriosos a punto de romperse de la emoción. Con una libreta en la mano derecha, ¿con notas manuscritas?, ¿tal vez mecanografiadas?, y su mano izquierda gesticulando y queriendo escenificar su contenido. El nuevo Papa miraba a la plaza y sonreía entre la emoción y la incredulidad. Las notas de la libreta las miraba de reojo, no leía, daba la impresión de que eran cuatro notas elaboradas “a vuelapluma” personalmente, pero ¡qué cuatro notas!
He querido dejar pasar unos días para escuchar al Papa León en homilías, en bendiciones. Me he dedicado a leer lo que va diciendo, no lo que los demás van diciendo, para ver los guiños que está haciendo a la Iglesia y al mundo. Y de todo lo que ha dicho hasta ahora me quedo con las notas de su libreta sostenida con mano temblorosa el 8 de mayo, el día de su elección. Esas notas “a vuelapluma” seguro que las escribió él. Creo que ahí se concentra todo un proyecto pastoral ilusionante para el nuevo tiempo que comienza la Iglesia.
Me conmueve su opción y defensa de la paz. Y lo enlazo con el sueño de Francisco. El Domingo de Pascua, el Papa enfermo, convaleciente todavía y a las puertas de la muerte, sus últimas palabras fueron en defensa de la paz: “La paz no es posible sin un verdadero desarme”. Muere pidiendo paz. León XIV, apenas llevaba una hora como Papa, cuando sus primeras palabras son por la paz, saludando a los 150.000 asistentes en la plaza de San Pedro. “La paz esté con vosotros”, y luego introduce el camino para conseguirla: “Una paz desarmada y desarmante”. Francisco muere gritando en favor de la paz y León XIV comienza su pontificado gritando paz, por siete veces utiliza la palabra paz en sus palabras de saludo al mundo. El domingo en el Regina Coeli gritó: “¡Nunca más la guerra!”.
Siguiendo la estela del Papa Francisco, que abría los brazos a todo el mundo cuando en la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa de 2023 dijo: “En la Iglesia caben todos, todos, todos”. El Papa León XIV nos habla de que “Dios ama a todos incondicionalmente”, apuesta por una Iglesia “siempre abierta a recibir a todos, como esta plaza con los brazos abiertos”. Con el nuevo Papa León XIV me consuela que las puertas de la Iglesia van a seguir estando abiertas para acoger a todos, y entre esos todos están los pobres, los presos, los inmigrantes.
León XIV es partidario de construir puentes, apostar por el diálogo, buscar consenso. En esto Francisco también allanó el camino de la Iglesia, y más al final de sus días cuando manifestó: “La luz de la Pascua nos invita a derribar las barreras que crean división y están cargadas de consecuencias políticas y económicas”. Y unos días antes fue todavía más duro al decir: “Una persona que piensa en construir muros, cualquier muro, y no en construir puentes, no es un cristiano” (18-2-2016). El Papa León XIV fue muy directo y claro en su mensaje: “Construid puentes, mediante el diálogo y el encuentro, para ser un único pueblo, siempre en paz”. Es un hombre de gobierno que siempre ha buscado el diálogo.
Su segunda nacionalidad, la peruana, le han marcado para apostar por una Iglesia misionera. Más de la mitad de su vida ha estado en Perú, se ha mojado, ha compartido el barro de las inundaciones, ha visitado a caballo comunidades inaccesibles. Ha comido frijoles, arroz blanco, arroz con pato, ceviche y el seco de cordero. Afectivamente se mostró al mundo cuando, en la plaza de San Pedro, saludó a la diócesis que le vio nacer como obispo, a Chiclayo: “Si me permiten también un saludo, en particular, a mi querida diócesis de Chiclayo, en el Perú”. El Papa León tiene alma misionera porque, como dijo su predecesor, Francisco: “La Iglesia es ‘en salida’ o no es Iglesia”.
Su sensibilidad social le lleva a buscar una “Iglesia pobre para los pobres”. El Papa León, en los pocos días de pontificado, ya ha manifestado una cercanía especial con los vulnerables y necesitados”. Lo dijo el día de su elección en el balcón de San Pedro: “La Iglesia debe de recibir a todos los que necesitan nuestra caridad, nuestra presencia, el diálogo y el amor, y estar cerca sobre todo de aquellos que sufren”. En la reunión del pasado sábado, 10 de mayo, les instó a los cardenales a tener presente “el cuidado amoroso de los débiles y abandonados”. Mateo 25 estará en la agenda del Papa León.
Aunque en su saludo inicial no hizo referencia al tema de abusos en el seno de la Iglesia, sí que se manifestó contrario a dichos abusos cuando dijo: “No podemos cerrar el corazón, la puerta de la Iglesia a las personas que han sufrido abusos”. Declaraciones realizadas a la periodista Andrea Tornielli, para medios vaticanos en el año 2023, cuando el Papa Francisco había llamado al cardenal Robert Prevost a Roma para ocuparse del Dicasterio de los obispos. En esas mismas declaraciones instaba a la Iglesia a “la urgencia y a la responsabilidad de acompañar a las víctimas”.
Un tema especialmente sensible, y en el que también coincide con el Papa Francisco, es la inmigración. León XIV fue inmigrante e hijo de inmigrantes, así que nadie mejor que él y su familia para comprender el desarraigo que supone dejar tu tierra y parte de tu familia para buscar un futuro mejor. Recientemente, el cardenal Robert Prevost, en su cuenta de X, se adhirió a un mensaje del Papa Francisco contra las políticas migratorias de Trump, “El acto de deportar personas que en muchos casos han dejado su propia tierra por motivos de pobreza extrema, de inseguridad, de explotación, de persecución o por el grave deterioro del medio ambiente, lastima la dignidad de muchos hombres y mujeres, de familias enteras, y los coloca en un estado de especial vulnerabilidad e indefensión”.
En la reunión con los cardenales, el 10 de mayo, los animó a mantenerse fieles y seguir las huellas del Vaticano II cuando les dijo que “fue actualizado en tiempos recientes por Francisco mediante la exhortación apostólica Evangelii Gaudium”. En esta misma línea, el mismo día de su elección señaló que quería una Iglesia sinodal, una iglesia que camina. Va a seguir apostando por los laicos y las mujeres. El Sínodo de la Sinodalidad está llamado a ser protagonista del futuro de la Iglesia donde la presencia de laicos sea una constante. Y la mayor presencia de la mujer en la Iglesia, una realidad más pronto que tarde.
¡Cuánto da de sí una libreta, casi manuscrita, redactada “a vuelapluma”, escrita desde el corazón, desde los primeros sentimientos, entre la sorpresa y la gratitud! Un programa ilusionante, un programa que contagia y que anima a sumarse a este proyecto, que es el Evangelio de Jesús. Desde el mismo día de su elección, ya manifesté públicamente mi adhesión al nuevo Sumo Pontífice, el papa León XIV. ¡Santo Padre, para lo que quieras y cuando quieras!
El autor es arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela