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Tribunas

VAR: conversaciones de barra de bar

VAR: conversaciones de barra de barEP

Me gustaría comenzar este artículo con una pregunta: ¿cuál es la parte más débil e invisibilizada del ámbito deportivo? La respuesta: el colectivo arbitral. En el fútbol, de forma especial. Es por eso, que desde el Instituto Navarro del Deporte y de la Actividad Física (INDAF) estamos concienciados con esta situación. Una de nuestras últimas campañas fue precisamente para poner en valor el trabajo de árbitros y árbitras especialmente, con el mensaje de: “Al deporte le faltas tú”. Porque un deporte sin árbitros o árbitras no es posible.

Mucho más importante este tipo de campañas cuando se trata de colegiados y colegiadas menores de edad. Personas que ven en el arbitraje una pasión, y que muchos lo dejan a edades tempranas porque no soportan las situaciones que se viven en la grada o que ellas mismas sufren mientras desarrollan su actividad.

Nuestra comunidad es una tierra donde el deporte genera grandes referentes. Navarra ha tenido y tiene grandes campeones, pero también ha tenido grandes colegiados y colegiadas, en muchos deportes (Alberto Undiano Mallenco en fútbol, Paula Remírez Ruiz en Taekwondo o los colegiados de balonmano Aritz Zaragüeta, Raúl Oyarzun y Yon Bustamante).

Todo esto ha hecho que lo sucedido en las últimas fechas en el mundo del fútbol con la utilización del VAR o con la designación arbitral nos haga reflexionar.

Concretamente, el VAR es una herramienta que vino para eliminar errores flagrantes y que está copando muchas de las conversaciones deportivas que se escuchan en la sociedad.

Creo que el error de todo esto no es si la herramienta falla o no falla, sino que se está utilizando para cubrir otras miserias.

Durante esta temporada 24-25, estamos viendo una liga de fútbol donde los grandes favoritos se vienen dejando muchos puntos por el camino. Una temporada donde participar en competición europea va a ser más barata que en otras ocasiones. Los que pelean por evitar el descenso, si no lo consiguen dirán que bajan porque el VAR les pitó un penalti que no era, sin acordarse de las ocasiones tan claras que fallaron.

Estamos viendo cómo equipos, a través de sus propios medios de comunicación, tratan de influir, o al menos, de señalar al colegiado de turno sin que nadie del club se pare a pensar si están haciendo bien o mal a ese colectivo, y al fútbol en general.

Pero también debemos poner el foco en todas esas tertulias periodísticas que se pasan horas y horas debatiendo acaloradamente sobre si la competición está siendo adulterada por un colectivo que trata de hacer su trabajo con la mayor honestidad posible.

Lo hemos visto con la final de la Copa del Rey. Durante meses escuchando a los periodistas que los árbitros deberían dar explicaciones y cuando responden con libertad sobre lo que están sufriendo, ellos y sus familias, entonces se les acusa por sus declaraciones. ¿Se imaginan que hubiesen dicho estos medios si hubiesen respondido con evasivas o tópicos?

Cuando se trata de esta forma a los colegiados, y especialmente a las colegiadas, desde las gradas, anteponiendo los colores a la imparcialidad, creo que no se es consciente de lo peligroso de estos actos.

Los árbitros son personas, y como tal, son seres que sienten, que padecen, que aciertan y que fallan… como cada uno de nosotros y nosotras. Todo lo que está ocurriendo en torno a este colectivo es el caldo de cultivo para un entorno de violencia en el fútbol.

¿Por qué no debatimos las mismas horas sobre los fallos de los y las jugadoras? ¿Por qué siempre les culpamos a los mismos?

Porque entonces todos tendríamos que empezar a cuestionar a los jugadores y jugadoras que defienden nuestros colores, y como nadie somos de los del equipo de negro con silbato, es mejor buscar un chivo expiatorio entre ellos.

Por eso, el foco tiene que cambiar de bando. Las nuevas tecnologías han venido para quedarse y creo que la mejor solución es utilizar el VAR como el ojo de halcón del tenis.

Creo que los equipos deberían tener 2 opciones de VAR, y si piden la revisión y tienen razón, no perderían ese derecho, sin embargo, si se demuestra que se equivocan, la perderían. Por supuesto, deberían solicitar el VAR casi de forma inmediata, y sólo podría hacerlo el capitán para evitar injerencias desde el banquillo. Así, los equipos se pensarían mucho cuándo ir al VAR.

Creo que ante hechos como estos, todos deberíamos dar un paso al frente y decir que ya vale. Que sin árbitros y árbitras no hay deporte. Que son una parte fundamental en esta ecuación que equilibra la balanza entre los diferentes contendientes.

Porque si nos quedamos callados, en algún momento tendremos que arrepentirnos y se nos oirá decir: al deporte le faltas tú. Al deporte le faltan los colegiados y las colegiadas.

El autor es director gerente del Instituto Navarro de Deporte y de la Actividad Física