En medios de comunicación, instituciones y declaraciones diplomáticas se ha vuelto habitual describir al Sáhara Occidental como un “territorio en disputa”. La expresión suena neutral, pero es engañosa. Según el derecho internacional y la jurisprudencia europea, el Sáhara Occidental no es un territorio en disputa: es un territorio no autónomo, ocupado militarmente por Marruecos y pendiente de descolonización.

Desde 1963, la ONU mantiene al Sáhara Occidental en su lista de territorios no autónomos. España sigue siendo de iure la potencia administradora, pese a haber abandonado el territorio en 1975 mediante los Acuerdos de Madrid –sin valor jurídico internacional–, que abrieron paso a la invasión marroquí a través de la llamada Marcha Verde y una ocupación militar que continúa hasta hoy.

Ese mismo año, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) concluyó que no existía ningún vínculo de soberanía territorial entre Marruecos y el Sáhara Occidental, reafirmando el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación. Décadas después, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) consolidó esta interpretación: en su sentencia de 2016 (C-104/16 P), al afirmar que el Sáhara Occidental tiene un estatuto “separado y distinto” respecto a Marruecos, y que ningún acuerdo entre la UE y el Reino alauita puede aplicarse allí sin el consentimiento del pueblo saharaui, representado por el Frente Polisario. Esta doctrina ha sido reiterada en fallos de 2018 y 2021.

¿Por qué entonces persiste el uso de “territorio en disputa”? Porque permite eludir responsabilidades y encubrir una realidad incómoda. Equiparar a la potencia ocupante con el pueblo ocupado disfraza de conflicto bilateral lo que es, en realidad, una ocupación prolongada que impide el ejercicio del derecho a la autodeterminación.

Resulta ilustrativo comparar este caso con el de Ucrania. Nadie califica a Crimea o Donetsk como “territorios en disputa”. Se habla –con razón– de ocupación ilegal, violación de la soberanía y uso ilícito de la fuerza. ¿Por qué ese lenguaje claro no se aplica al Sáhara Occidental?

El lenguaje importa. Llamar al Sáhara Occidental “territorio en disputa” es más que una inexactitud: es una forma de legitimar la ocupación y silenciar décadas de resistencia, exilio y represión. Es urgente que la comunidad internacional abandone la ambigüedad y actúe con coherencia. Las normas están claras, las sentencias son inequívocas. Solo falta voluntad política.

El Sáhara Occidental no es un conflicto lejano ni irresoluble. Es una causa pendiente de justicia, bloqueada por la inacción y el doble rasero. Y merece ser nombrada como lo que es: una ocupación colonial que debe terminar.

*Plataforma No te olvides del Sáhara Occidental