El pasado 28 de julio se presentaron más de 3.700 alegaciones contra la instalación de una planta de biometanización en Viana. La respuesta vecinal, de pueblos cercanos, agricultores, empresas de distintos sectores, ha sido contundente contra esta planta. Si fuera la única, podríamos estar tranquilas respecto a la respuesta social y la que debería ser la lógica respuesta de las instituciones responsables. Sin embargo, no es la única.
Según informaba la Fundación Sustrai Erakuntza, esta es una de las siete que están previstas instalar en Navarra desde 2023. Una de estas siete se encontraría muy cerca de la de Viana, a apenas 25 km. Se trata de la planta de Biometanización de Sesma, con trámites ya bastante avanzados y cuyas instalaciones está previsto que se construyan más cerca del casco urbano de Lodosa que del propio Sesma.
Hace solo un año (casi llegando al verano de 2024, ¿por qué será?), nos contaba el consejero Irujo (de una coalición donde están socialverdes, no lo olviden), que el Gobierno de Navarra declaraba de interés foral un proyecto de generación de biometano y biofertilizantes en Sesma y hablaba Irujo de que el proyecto de Glide Energy está directamente vinculado con el objetivo del Gobierno de Navarra de “generar una industria de la energía verde, uno de los seis sectores también priorizados en la Estrategia de Especialización de la Comunidad Foral. Proyectos que encajan en nuestra transición ecológica empresarial”.
La planta se dedicará al tratamiento y valorización de subproductos animales y vegetales y los transformará en tres productos mediante un proceso de digestión anaerobia que se utilizarán principalmente en el área geográfica donde se implantará esta planta en Sesma, lo que profundiza en el carácter circular de la iniciativa. Con este proceso, casi mágico, nos explicaban desde el Gobierno de Navarra la iniciativa verde.
Desde Podemos Navarra Ahal Dugu hemos hecho algunos cálculos. Según los datos aportados por el Gobierno de Navarra y la propia empresa esta actividad evitará cada año el vertido directo al campo de unas 80.000 toneladas de purines y 50.000 toneladas de estiércoles y gallinaza.
En Sesma hay una granja de cerdos, la SAT Nº 575 NA DIAZ DE ZERIO-SESMA, con unas 2.000 cabezas de ganado para engorde. Está estimado que generan 13.556 kg de purines al día. Serían unos 5 millones de kilos de purín al año. Es decir, 5.000 toneladas.
Es decir, si se va a evitar el vertido de 130.000 toneladas de vertidos de purín y gallinaza al año, eso sería el equivalente a 26 granjas de cerdos de engorde, iguales a la que actualmente se encuentra en la propia localidad o como si hubiera una macrogranja de 52.000 cerdos de engorde en el pueblo. Y dado que la Administración considera macrogranja a aquellas que tienen 10.000 cabezas, aquí se tratarían los residuos del equivalente a cinco macrogranjas..., hagan sus cálculos.
Pero ¿generan las zonas donde se van a ubicar estas plantas esa cantidad de desechos? ¿Sabe el ejecutivo que todo lo que entra a la planta sale? Se tratarán según sus cálculos 26 millones de toneladas de residuos en el conjunto de plantas que se quieren instalar en Navarra, más de 1 millón de toneladas al año. 1 millón de toneladas al año de residuos de purín y gallinaza tratados con antibióticos, químicos, exceso de nitratos... Por muy verde que nos lo quiera pintar el Gobierno, sabe de sobra que son cantidades inasumibles por los suelos agrícolas, por las poblaciones rurales.
De manera que este tipo de instalaciones está lejos de ser parte de la economía circular. Porque esos insumos que requieren o bien procederán de nuevas macrogranjas que se instalen en nuestro territorio (y servirán de reclamo para ellas), o bien deberán ser transportados de otros lugares con el consiguiente transporte continuo que eso supondrá.
Más allá del consumo de agua, de energía eléctrica y de gasoil que precisan; aparte del ruido y la contaminación lumínica que producen (que afectan a la fauna local, entre la que se incluiría el ser humano si la instalación está cerca de un núcleo urbano). Además, en su proceso de producción se produce un cóctel de gases inflamable, tóxico y muy maloliente. Pero además, produce una alta cantidad de residuos que deben ser convenientemente tratados. Lo normal es que acaben en los suelos y las aguas provocando su contaminación.
De hecho el Gobierno de Navarra este mes ha informado de que controlará la calidad del agua de 7 nuevas zonas vulnerables a nitratos procedentes de fuentes agrarias. Porque en Navarra ya tenemos un problema de contaminación del agua.
Pero, ¿no sería más fácil, más barato, evitar la contaminación en vez de promoverla y luego tener que controlarla, evitar las enfermedades que provocan las aguas contaminadas y ahorrarse así los tratamientos médicos?
Las y los habitantes de Sesma, de Lodosa, de Viana, de Mendavia, de Caparroso, de Imotz, de Cabanillas, de Valtierra, no están en contra de la economía circular, es el Gobierno de Navarra el que favorece negocios sucios llamándolos lo que no son. Porque ahora le toca el turno al pelotazo de las renovables, revestidas de “economía verde”, “circular” y de progreso para los pueblos, que deben pensar que somos tontas en los pueblos. Nos vienen con los puestos de trabajo que se van a crear, por cientos oigan; los fondos europeos que nos van a llover; y al final lo que llega son empobrecimiento de los suelos agrícolas, destrucción del tejido productivo basado en la agricultura saludable, empobrecimiento de la salud del entorno, contaminación de acuíferos y sus consecuencias para de nuevo la salud, olores nauseabundos las 24 horas del día, y por fin la puntilla al decrecimiento poblacional, desertización de los pueblos cuyos habitantes llevan siglos habitando y manteniendo vivos. ¿Es esto economía verde? ¿Son esto políticas que luchan contra la despoblación? ¿Está equivocada la población de estos pueblos al oponerse a este proyecto? Claramente no.
Si hablamos de transición ecológica, de políticas y desarrollo sostenible, debemos dimensionar estos proyectos y escalarlos a los espacios donde se pretenden ubicar.
Cuando se implementó el Plan de Saneamiento de Navarra, a nadie se le ocurrió instalar una depuradora de agua para depurar las aguas de una comarca de 10.000 habitantes como si vivieran 1 millón de personas. Pues lo mismo deberíamos proyectar para este tipo de plantas, dimensionarlas en base a los residuos que generan, y minorizando su impacto en la zona y comarca. Lo otro es economía del pelotazo.
Las autoras son: coordinadora autonómica de Podemos Navarra; e integrante de la Secretaría de Horizonte Verde y Decrecimiento de Podemos Navarra