Líderes y pretorianos
El ser humano siempre ha sido dirigido por alguien individual, pero con una potente y servil guardia pretoriana por intereses propios (beneficio directo y ampliado en todo lo posible mientras se pueda medrar), y otros de masa. La Historia, desde el primer homínido, nos lo ha ido demostrando. Y, desgraciadamente, lo seguimos constatando.
A nivel internacional tenemos, como casos más relevantes de actualidad, pues hay múltiples, los de Rusia, Israel y Estados Unidos.
Rusia con un (zar) Putin a la cabeza, con su cohorte de oligarcas que, envueltos en un nacionalismo de conveniencia, a medida, vienen pasándose por el arco del triunfo todo requerimiento de convivencia básica, ajustando más allá del límite la tolerancia hacia sus provocaciones expansivas, al margen de haberlo traspasado totalmente con su invasión de una nación soberana con todo su reguero de muerte y destrucción. Sumiendo a su propia población en un contexto de silencio, por la cuenta que les trae, interpretado convenientemente como apoyo. Silencio que también se ha dado en el contexto externo en algunas tendencias políticas; y no creo que, en estos casos, fuese por miedo.
Israel con un Netanyahu que, junto con el mismo tipo de banda, sumándosele el terrorismo religioso, están, en la actualidad, perpetrando el mayor atentado cruento contra la humanidad, encarnada en la población palestina (pónganle el nombre que quieran: genocidio, masacre, aberración…). Salvo la misma reseña final que he hecho para Rusia, todos nos sentimos en su momento asqueados con lo perpetrado por Hamas, origen de la respuesta posterior, como ahora nos sentimos indignados con esa total destrucción y anexión territorial, por la fuerza, que se nos está anunciando sin rubor alguno, conllevando el infierno en vida para su población. Y aquí sí que hemos visto la conciencia social en las calles, pero volviéndose las tornas de las tendencias políticas, en cuanto a poner pie en pared (y algunos poniéndolo, que me parece perfecto, pero con tachones de conciencia respecto a abandonar a otros –pueblo saharaui– sin ninguna explicación). Como expresé en su día, tengo la certeza de que la élite israelí está detrás, por conveniencia del objetivo final soñado –aprovechado, además, para que algunos eludan la acción de su propia justicia–, del origen real de esta situación, pues ¿alguien en su sano juicio puede imaginar que posiblemente el mejor servicio de inteligencia externo del mundo, como es el Mossad, no fue consciente de lo que estaba preparando Hamas? ¿Y alguien puede pretender que no eran conscientes otros servicios de inteligencia, de primer orden, como el estadounidense? ¿Y que, incluso, no existiesen los correspondientes contactos entre ellos?
Y llegamos a Estados Unidos, como la gran democracia mundial que, por acción u omisión, siempre está en todas las salsas que, además, sea cual sea el motivo o resultado (para bien o para mal), siempre tiene la mayor oposición general, al contrario que, por ejemplo, Rusia o cualquier otro país autocrático/dictatorial. Actualmente, para su propia desgracia como país, y la del mundo, con un Trump a la cabeza que tengo que buscar palabras y sinónimos en el diccionario para intentar definirlo en mi cabeza. Un arrogante megalómano, aupado y sustentado por los de la misma ralea que los comentados para los otros países, que siempre tienden a querer ser los más ricos del cementerio aunque conlleve la ruina y desgracia de todo lo que se quiera uno imaginar. Pero, además, aupado a los altares del culto al líder, por gran parte de una sociedad multicultural donde buena parte de sus distintas entidades van a padecer (ya lo están sufriendo) las premisas con las que, sorprendentemente, ellas mismas han comulgado, cuando (y eso es muy cierto respecto a no existir engaño previo), se le veían las orejas al lobo desde el minuto uno. Un Trump (y su cohorte) de vaivenes impredecibles en cuanto a los contextos exteriores políticos y económicos, alterando todo, y, en el contexto interno de país, echando gasolina a un fuego creciente que puede dar lugar a un desastre sin precedentes desde su anterior guerra civil norte-sur.
Y haciéndolo como quien se hace trampas al solitario: en cuanto a especificidad del contexto exterior, con Rusia en cuanto a no poner los topes diplomáticos adecuados al devenir de su expansionismo a costa de un país soberano (además de las continuas provocaciones a otros, incluso dentro del paraguas OTAN, por mor de creer que con ponerle alfombras rojas tiene a Putin comiendo de su mano); con Israel en cuanto a dejarle conseguir sus nefastos objetivos reales (en esta ocasión siendo directamente responsables, por omisión, de lo que se está produciendo allí, como lo son todos los países árabes del entorno con capacidad diplomática ajena a radicalismos de eliminación del estado hebreo).
En definitiva, y es mi sensación personal, no albergo ninguna esperanza en que los contextos bélicos actuales terminen. Como no la tengo respecto a que el ser humano aprenda nada para evitar futuros indeseados. La naturaleza nos puso un feroz, incansable e insaciable depredador: el propio ser humano, dirigido en todo instante histórico por machos alfa en busca de sus beneficios y gloria. Amén.