Dice el flamante Sánchez que los tiempos han cambiado y que hay que reflexionar. Se lo dice al público en general para que trague la última y poderosa ración de ruedas de molino y se lo impone a sus socios de izquierdas, que no se sabe bien lo que dicen o lo que pintan, OTAN no, Bases fuera, Paz… Bien, muy bien, hasta aquí muy bien ¿y ahora como sigue? … Ah ¿que no sigue? Pues entonces… Entonces no se sabe. Han declarado de manera unilateral quienes son los enemigos del presente y del futuro, de modo que la Guerra como negocio y forma de dominio está muy lejos de desaparecer del panorama.

Eso sí, tengo mis dudas acerca de si ese reflexionar al que invita Sánchez no es en realidad sino un descarado equivalente a tragar con la propaganda del nuevo orden que de aquí a nada va a equivaler a verdad oficial protegida por leyes coercitivas. No creo que la disidencia vaya a ser de libre circulación en la medida en que el belicismo de largo alcance en el que estamos metidos necesita de apoyos entregados y no de reflexiones disidentes. El Bien y el Mal… no hay otra. El Mal lo representan Rusia, China, sus aliados y ese terrorismo que te rebana el pescuezo cuando le viene en gana por mucho uniformado armado hasta los dientes que pongas en las fronteras… y también entra en el saco de los enemigos a muerte, la estampida migratoria, la de los que arriesgan la vida y la pierden en la frontera de Melilla ante la cruel indiferencia y la mentira impune de nuestros gobernantes en sede parlamentaria. Tenemos guerra por tiempo indefinido. La vida sigue, pero rara, las cosas han cambiado, cierto, pero de una manera indeseable, reflexiones sobre el particular o dejes de hacerlo.

Estamos embarcados en una guerra mundial al servicio de otros, de los que se espera caiga alguna limosna y provean de lo que se va careciendo, según prometen. El presidente francés intentando hacerse oír, que no escuchar, con sus reclamos petroleros por un estólido Biden que se le escurría, es algo lamentable, tanto como esas manos a la espalda de la entusiasmada esposa del presidente español que ha disfrutado como loca de la ocasión… ¡A lo loco, a lo loco! ¡A lo loco se vive mejor!… Vieja canción. A lo loco y a lo grande. ¡Que no se note pobreza!, brindaban en Chile al abrir una botella de buen vino. Brindan en el Prado a escondidas de los fusilados de Goya que ahora mismo con sus horrores guerreros es de mal gusto, mejor las Meninas y su misterio, mejor el Gernika que a fuerza de representar, representa lo que nos conviene.

Todo esto que vamos viendo y oyendo, da como mucho asco, pero es el menú del día, el que nos espera y empeora de manera imparable. Sánchez, y no es por faltar, va camino del puro al morro, el yate, las solemnes arrobas y su señora dándole cremica en el lomo para las quemaduras. Todo se andará. Es cuestión de tiempo, poco. Ya apunta el hombre a que le den algo en los verdaderos poderes terrenales, como aquel Solana que mandó aviones a bombardear Kosovo sin permiso. Todo ha cambiado mucho y hay que reflexionar. Cierto, cierto. De hecho no hago otra cosa desde que he leído esa frailuna admonición dirigida a la parroquia que, con el susto en el cuerpo, viene reflexionando en otros asuntos menos rimbombantes, en la inflación, por ejemplo, y en el ver que día a día el precio de los bienes de consumo aumenta y no por culpa de los rusos, sino de la pura y simple y antigua especulación con bienes de primera necesidad y la cobertura mediática escrita con la azuzadora tinta del miedo. Hay que sembrar miedo para que las filas se cierren en torno a las verdades oficiales. Hace unas semanas, la dependencia del gas y el petróleo ruso era mínima y había reservas suficientes. Ahora “las cosas”, evidentemente, han cambiado, sobre todo tras la chapuza argelino-marroquí-saharaui de ese tándem Sánchez-Ábalos, con su pánfila expresión de “santo bobo”.

OTAN, Bases, carrera armamentística desbocada en beneficio de unos pocos, tiempo indefinido de guerra y una inflación galopante muy superior a la francesa (el doble) o a la alemana, y con menos riqueza. Lo vamos a pasar bomba, nunca mejor dicho.