disfrutar de dos victorias seguidas en el Reyno no es habitual, y menos aún si son por goleada. Pero parece que este Osasuna bipolar ha decidido mostrar su lado bueno delante de su afición. La tarde no acompañaba, nuestros cuerpos tampoco. Al llegar a nuestros sitios, nos enfrentamos al clásico desalojo. En esta ocasión levantamos a cuatro chavales de la Peña Sport que, junto a otros 50, habían invadido buena parte de la grada. Ellos, como todos los aspirantes a futbolistas que nos rodean cada domingo con la equipación de su club, sí que estaban en plenitud. Y gracias a ellos, y por supuesto, al buen juego de los rojillos, fuimos despertando de nuestro letargo dominguero. El primer brinco llegó con el palo de Nekounam y terminamos de hibernar con el gol casi nocturno de Monreal. Los críos estaban como locos y comenzaron con el lanzamiento de aviones. Alguno conectó la radio para ver cómo iba la carrera de Fórmula 1 y, cuando muchos estábamos despistados mirando el marcador de la asistencia, llegó Lolo y marcó. Y con él, el cántico fácil. Primero, "Lo lo, lo lo, lololololoroloooo". Y a continuación, "Lolo, lorololo lo lo, Lolo, lorololo lo lo". Eso sí, ni Izco ni Camacho dejaron de estar en la diana. El ambiente se calentó pero nuestros pies seguían fríos. Incluso tras el gol que Vadócz dedicó a Rúper. Y es que como dijo sabiamente mi amiga Marta: "Creo que ha llegado el momento de empezar a bajar la mantica".
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