La afición sí dio la talla
más de 2.500 hinchas rojillos pusieron colorido y música por las calles de san sebastián
San Sebastián. Por eso es casi seguro que para los más de 2.500 aficionados de Osasuna que ayer acudieron a Anoeta los mejores momentos fueron los vividos antes del encuentro, porque durante el choque, sobre todo tras el gol de Tamudo, la fiesta dejó de tener colorido para ellos. Pero que nadie se lleve a engaño. La afición rojilla, que no es la primera vez que sufre un palo de estas características, siempre seguirá estando con su equipo, como se pudo comprobar al final cuando los jugadores rojillos, derrotados y hundidos, enfilaban el camino del vestuario entre gritos de ánimos de los suyos.
No cabe duda de que el 1-0 y la imagen que se llevaron los hinchas de su equipo fueron las peores notas de una jornada que por lo demás estuvo presidida por el buen rollo, con dos aficiones entregadas a sus colores pero que supieron estar a la altura. Y por si algunos pensaban que el recuerdo de lo sucedido hace tres años en aquel dichoso partido en Pamplona, donde más de uno pensó que Osasuna debía de haber allanado el camino a los realistas para su salvación, iba a pasar factura en las relaciones entre navarros y guipuzcoanos, se equivocó de cabo a rabo.
En cualquier caso, fue un día festivo, como los de antes, ya que los primeros aficionados se dieron mucha prisa en llegar. Se notaban las ganas. Los primeros autobuses con aficionados rojillos se dejaron ver por las calles más céntricas de la capital donostiarra desde las once de la mañana, no fuera a ser que llegaran tarde a tan señalada cita. Con una temperatura agradable y y con las nubes aguantando la anunciada lluvia, las calles del centro pronto se convirtieron en un ir y venir de hinchas de ambos conjuntos equipados con cualquier signo distintivo que sirviera para identificar su procedencia y sus pasiones. Bien provistos de comida y de bebida por eso de la crisis, las calles que arrancan desde el mercado de la Bretxa hasta la zona del puerto presentaban un aspecto rojo y blanquiazul, con muchas cuadrillas con seguidores de uno y otro equipo en su seno.
Con los ánimos cargados de esperanza y algún kalimotxo de más, los rojillos se hicieron fuertes en uno de los fondos del estadio, aunque la presencia de seguidores también fue visible en otras localidades. Desde el minuto 15 de la segunda mitad, después de que Neko lanzara al larguero, se dejaron notar con más intensidad, aunque el gol postrero de Tamudo hizo la fiesta cambiara de bando. No hubo ningún altercado, según informó un mando de la Er-tzaintza, y sólo mencionar que un grupo de rojillos tuvo dificultades para ver bien el partido.