ESTE Osasuna de Mendilibar sufrió ayer un correctivo serio que le hace pisar suelo y fijar su mirada y su meta en lograr la permanencia que, a pesar de la derrota ante el Atlético de Madrid, sigue a seis puntos. No hay ya opción a otro objetivo.
Un escarmiento que a Osasuna le llegó por los importantes riesgos defensivos que debe asumir el equipo con el nuevo esquema de juego que emplea desde la llegada del técnico de Zaldibar y que tan buenos resultados le había dado hasta ayer.
El Atlético de Madrid le sorprendió a Osasuna aplicando precisamente la misma medicina que emplea Mendilibar para sus rivales: presión desde arriba, intensidad y agresividad en el juego y aprovechamiento al máximo de los errores del rival por esa presión, aderezado todo ello con la calidad, velocidad y efectividad de sus jugadores ofensivos que le hacen buscar la espalda de la zaga rival con extremada facilidad. El resultado de ello fue que el Atlético fue el que controló el partido y jugó con más comodidad sobre el terreno de juego. A Osasuna le costó entrar en el partido y tener fluidez en su salida desde atrás con el balón controlado.
Todo pudo haber cambiado en una jugada, en un fogonazo futbolístico, cuando Soriano tuvo hasta tres ocasiones de gol seguidas en el minuto 14 y que desbarató un inmenso De Gea. Fue un destello que desconcertó al Atlético y que permitió que el equipo rojillo descubriese y exprimiese al máximo su banda derecha, con un Nelson y, sobre todo, Cejudo enormes a la hora de superar a los ex rojillos Raúl García y Antonio López y llevar peligro al área colchonera.
Sin embargo, esos minutos así como el gol de Sola fueron un espejismo de lo que realmente estaba ocurriendo sobre el césped, ya que Quique Sánchez Flores dio muestras de haber estudiado al milímetro en nuevo estilo futbolístico de Osasuna.
Jugó con las líneas muy juntas e impidió que Puñal y Nekounam pudiesen ser partícipes y conductores del juego rojillo. Y no sólo eso, sino que les obligó a cometer errores en sus centros, algo que ellos supieron aprovechar muy eficazmente para salir a la contra o para romper con excesiva facilidad y precisión la adelantada defensa rojilla. Para ello, no sólo contó con Raúl García, Juanfran y Reyes para enviar pases precisos arriba, sino con un Diego Costa impresionante en su arrancada y con unos movimientos muy inteligentes y rápidos para buscarles la espalda a Lolo y Sergio y plantarse solo ante Ricardo. La escasa participación de Nekounam y las imprecisiones del iraní, de Soriano, Puñal y Sergio provocando pérdidas de balón claros, así como la permisividad de los rojillos en el centro del campo (los medios atléticos centraron con demasiada comodidad y libertad), también ayudaron lo suyo para que el baile colchonero fuese total. Los locos minutos finales del partido en los que Osasuna mostró un atisbo de reacción o la desastrosa actuación de un colegiado que no se merece estar en Primera, fueron elementos que completaron el cuadro presenciado ayer en el Reyno y que incluso pudieron haber incidido en el resultado final, pero es algo que no debe ocultar que este nuevo Osasuna también puede hacer retoques en su nuevo estilo de juego cuando un rival te hace tanto daño como ayer el Atlético de Madrid.