Críticas internas. El conjunto de Manzano sí sudó en esta ocasión, tal vez más de la cuenta, pero evidenció en el césped del Reyno de Navarro que muchos de sus futbolistas apenas tienen nivel para jugar en la Liga. Mejor, no lo tienen directamente. Esto fue aprovechado por Osasuna para darle la vuelta a un marcador que tuvo en franquía gracias a la calidad de Negredo y Perotti. Pero hubiera sido un milagro que el conjunto nervionense se fuera con un triunfo de este viaje y, claro, los milagros sólo se producen cuando hay un santo por medio.

Necesidad de ganar. Osasuna tiró de su manual de estilo y fue fiel a su historia, empujando hasta el final y consiguiendo una remontada de adjetivos épicos (3-2 con 0-2 al descanso), completada en el último minuto, con un jugador tuerto, un remate malo y un estadio volcado... que le deja a un punto de la salvación. Pero todo eso no sería completo si Osasuna no hubiese sido mejor que el Sevilla , a pesar de irse al receso con dos castigos de Negredo con la cabeza. Siempre buscó la victoria el equipo de Mendilibar, con Cejudo a ratos y Camuñas siempre. El Sevilla, con muchas bajas, sufrió y nunca se supo ganador del partido, por el empuje y necesidad del rival.

Ser como Osasuna. Osasuna es el único equipo de la LFP cuyo nombre es una palabra en euskera. Osasuna significa salud, fuerza o vigor en el antiquísimo idioma preindoeuropeo. Para el sevillismo Osasuna significa partidos en la nieve, eliminaciones coperas, partidos duros en los que los de Nervión no terminaban de sentirse cómodos. Este Sevilla inerte necesita de más osasuna en todos los sentidos de la palabra. Salud para que, sea como sea, se acaben las plagas de lesiones que asuelan al equipo; fuerza para ser capaz de resistir una ventaja de dos goles.

Noche de pasión. Tiembla y casi llora el viejo Sadar. Porque la heroicidad de ayer también debió emocionar, estén donde estén, a Fermín Ezcurra y a Pedro Mari Zabalza. A Rípodas y Pizo Gómez. Hasta a Sammy Lee y Robinson si llegó a tiempo para verlo. Osasuna seguirá en Primera. El sitio de la ciudad, de este club de fútbol esforzado y ejemplar. Pamplona, que siente con orgullo la pertenencia a una clase, se emocionó con su Osasuna, que se dejó un tobillo (Nelson), sangre (Camuñas) y hasta alma para conseguir una hazaña: la épica remontada (3-2). Fue la victoria del corazón, a la que te hace volar una afición que juega como si estuviera en el verde. Y que quiere pasión.