Emiliano Armenteros fue una pieza clave en el triunfo de Osasuna. Dio sentido al juego, abasteció de balones peligrosos y abrió la lata. Armenteros tiene la llave.
Osasuna necesita un jugador que dé sentido, cree peligro y tenga llegada. Y lo tiene. Es Armenteros quien ayer le dio la vuelta a un partido que empezaba a ponerse con tintes oscuros. El argentino asiste, llega y aporta luz a una zona que estaba siendo el principal objeto de dudas.
No iba el encuentro por los derroteros más adecuados después de la primera parte. Pasaban los minutos y parecía que Osasuna no tenía esa reacción tan necesaria para recuperar argumentos y sensaciones. Pero llegó el minuto 54 y Armenteros recogió el balón en tres cuartos de cancha, arracó y metió un pase preciso a la espalda de la defensa levantina. Cejudo remató con el alma, pero se le fue al palo. El argentino, que había seguido la jugada, buscó el rechace y remató aunque Juanfran impidió un gol que iba a costar meterlo. Pero el mediapunta no es de los de rendirse y se revolvió rápido para aprovechar el mal despeje de Iborra. Un gol que daba aire, oxígeno, casi vida.
Ya había mostrado en la primera parte alguna sus intenciones con un par de pases al hueco a Cejudo, en la banda, y a Nino, de lado a lado del campo. No pudieron aprovecharlos sus compañeros y la agonía se alargó hasta el minuto 54. En ese momento, el gol dio alas a un equipo que se subió a las espaldas de su número 9. Lamah sentenció el encuentro, pero hasta entonces Osasuna tuvo que sufrir y Armenteros fue el primero en defender con uñas y dientes la ventaja.
Con 2-0, en el cual él también colaboró, el Levante dejó espacios en la espalda de su defensa. Un sueño para el argentino, que comenzó a dar las primeras dosis de lo que puede mostrar esta temporada. El ex del Rayo coló otro pase, esta vez para Sola, que volvió loco a Juanfran hasta que le hizo el penalti.
Partido sentenciado, primera victoria, pero a Armenteros todavía le quedaba una última dosis para mostrar. Se internó por la izquierda, con calma y la cabeza alta, puso el balón atrás y allí apareció Nino para cerrar una segunda parte y, de paso, llevarse un merecido premio a su incansable trabajo.
Para un equipo como Osasuna, que ha mostrado importantes problemas para sacar el balón jugado y trenzar jugadas de peligro, la aparición de un jugador entre líneas con capacidad para hacer mejor a sus compañeros. En definitiva, para hacerles la vida más fácil. Para todo eso, Armenteros tiene la llave.